EEUU entra en una violenta espiral con Trump agitando el avispero
El presidente anima a los gobernadores a “no ser débiles y meter 10 años en la cárcel” para zanjar los disturbios que recorren todo el país La Casa Blanca fue cercada por manifestantes
Licorerías, sucursales bancarias, cafeterías, la sede del mayor sindicato de EEUU, casi todos los establecimientos cercanos a la Casa Blanca mostraban ayer las cicatrices de otra noche de violentas protestas ante la inquietante actitud del presidente, Donald Trump, que exigió a los gobernadores del país una respuesta más agresiva contra los manifestantes, con cargas policiales, arrestos y duras sentencias de cárcel, para “poner fin” a las protestas y disturbios por la violencia policial contra los negros.
“Éste es un movimiento. Si no le ponen fin, va a empeorar más y más. El único momento en el que triunfa es cuando ustedes son débiles, y la mayoría de ustedes son débiles”, dijo Trump durante una llamada telefónica con los gobernadores de los distintos estados del país.
“Tienen que arrestar a la gente, tienen que juzgar a la gente, tienen que meterles en la cárcel durante diez años y nunca verán este tipo de cosas de nuevo”, subrayó Trump, según una grabación de la conversación privada obtenida por la cadena CBS News y confirmada por otros medios.
El fiscal general de EEUU, William Barr, que también participó en la llamada, precisó que el Gobierno de Trump quiere presentar “cargos federales contra cualquiera que viole una ley federal en conexión con estos disturbios”, pero para eso necesita que los gobernadores dispersen las multitudes y “controlen las calles”.
Mientras, el jefe del Pentágono, Mark Esper, insertó un lenguaje bélico en la conversación, al afirmar: “Cuanto antes dominen el espacio de batalla, antes se disipará esto”. Trump, por su parte, se quejó de que los gobernadores “no están haciendo uso” suficiente de los militares para reprimir las protestas.
“Tienen que dominar (a los manifestantes), si no les dominan, están perdiendo el tiempo. Van a arrollarles, y ustedes van a parecer una panda de idiotas. Tienen que dominarles”, insistió Trump.
El mandatario comparó la situación actual con las protestas contra la desigualdad de Occupy Wall Street en 2011, al afirmar: “Fue un desastre, hasta que un día, alguien dijo: ya basta, y entraron y barrieron con ellos”.
Previamente, el centro de Washington amaneció con el resultado de la batalla campal de la noche anterior: vidrios rotos, puertas destrozadas, pintadas contra Trump y a favor del movimiento Black Lives Matter mientras en Lafayette Square (la plaza situada frente a la casa presidencial) los operarios y agentes de seguridad trataban de limpiar los desperfectos.
Pese al toque de queda decretado por la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, los participantes en las protestas mantuvieron la actitud desafiante ante las fuerzas de seguridad quienes recurrieron al lanzamiento de pelotas de goma y gas lacrimógeno.
La ola nacional de disturbios, y que en muchos casos degeneró en saqueos, dejó sin palabras unas horas a Trump. Frente a la sede de su gestora inmobiliaria Liberty Group en la calle 14, Andrew Cohn, explicó cómo su puerta había sido rota a mazazos y las ventanas quebradas con ladrillos. En la licorería de al lado, los daños eran aún más graves, ya que los manifestantes accedieron al interior, donde destrozaron y se llevaron numerosos productos. “Esto no tiene nada que ver con quién esté en la Casa Blanca. Esto es un grupo de gente que siente que está al margen del sistema”, recalcó.
Las protestas comenzaron para reclamar justicia por la muerte del ciudadano afroamericano George Floyd en Minneapolis a manos de la Policía y han desencadenado una ola movilizaciones en distintos puntos del país.
El estallido en las calles se produce en un momento especialmente delicado en EE.UU. ya que se suman tres crisis: la sanitaria, la económica y la social.
El fiscal general precisa que se presentarán cargos contra quien participe en los disturbios