Los aplausos ya no se oyen, pero los sanitarios siguen
● Los casos en la provincia, seis nuevos positivos ayer, continúan en ascenso ● Jornada sin hospitalizaciones y tampoco fallecimientos
Los profesionales sanitarios de la provincia nunca olvidarán la batalla contra la pandemia del coronavirus. Han sido dos meses y medio de trabajo hasta la extenuación, de improvisación y adaptación permanente a las nuevas circunstancias y protocolos, de exposición permanente a los riesgos del contagio de COVID-19 y de miedo, mucho miedo. Han sido el mejor escudo en la lucha contra el virus y lo han pagado a un alto precio: más de 180 positivos entre los profesionales sanitarios, uno de cada cuatro contagios en la provincia almeriense. Afortunadamente casi el 95% de los afectados, sobre todo médicos y enfermeros, ya ha dejado atrás la infección y tampoco se han tenido que lamentar víctimas mortales como en otras provincias entre el colectivo de nuevos héroes de la bata blanca.
La misión que han asumido en esta crisis planetaria pasará a la historia, un esfuerzo sin precedentes de profesionales que han demostrado sobradamente su capacitación y resiliencia ante el fatalismo. Sus testimonios de estos días evidencian el gran reto que han afrontado para frenar la neutralizar los estragos del virus, el más complejo de sus trayectorias profesionales, y los permanentes sacrificios, tanto laborales como familiares, que han tenido que hacer en tiempos de conmoción y necesidad. Ataviados como cosmonautas con escafandra, uniformes especiales impermeabilizados y patucos han plantado cara a cara al coronavirus porque nadie más podía hacerlo. Los sanitarios agradecen, por supuesto, el reconocimiento de la sociedad y, ahora que se han terminado los aplausos de las ocho y la curva de contagiados empieza a retroceder, quieren que esa gesta que han liderado en la pandemia se convierta en mejores recursos y medios para la sanidad pública. Los monumentos que promoverá la Junta en las ocho capitales andaluzas contribuirán a testimoniar la gratitud del pueblo andaluz para que nunca se olvide su papel en la neutralización del virus y los vuelos, estancias en hoteles e invitaciones en restaurantes que les están haciendo llegar ayudarán a dejar atrás las secuelas físicas y psíquicas de dos meses y medio de estrés pandémico, pero lo que realmente quieren es no tener que volver a enfrentarse a situaciones de desborde asistencial y falta de medios por la infrafinanciación de lo público ante un futuro rebrote.
Han demostrado su calidad humana y profesional por encima de las deficiencias de un sistema que en determinados momentos los privó de equipos de protección y pruebas serológicas y la mejor recompensa hoy será que nunca más les falten recursos. Sindicatos y colegios lo repiten estos días antes de que se difumine su batalla. “Hemos sido el sustento de la pandemia y no queremos aplausos, queremos reconocimiento, respeto, dignidad laboral y retributiva”. Un plan de choque para aumentar las plantillas y recuperar las inversiones recortadas. Es la demanda de los que siguen al pie del cañón cuando se acabaron los aplausos.