Diario de Almeria

ECCLESIA SEMPER REFORMANDA ( II)

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legalistas y abordando valerosame­nte algunas cuestiones morales concretas que en este momento dif icultan, si no impiden, el acercamien­to de nuestros cristianos a la vida de la Iglesia y que incluso les alejan de la fe.

Una ref lexión del g ran teólogo K arl R ahner, en el año 1974, expresa de una for ma muy precisa la situación en la que actualment­e nos seguimos encontrand­o respecto a la renovación de l a moral, porque para él «la Iglesia debería presentar valerosa e inequívoca­mente la moral, pero sin moralizar». Esto es, debería presentar los principios del comportami­ento moral superando toda for ma severa y doctr inar ia, para dejar paso a la cercanía y la miser icordia, explicando la moral con la misma pedagogía de Jesús. Algo de todo esto es lo que ha venido afrontando valienteme­nte el Papa Francisco, por ejemplo, en los sínodos dedicados a la familia, lo que ha generado una de las mayores tensiones y resistenci­as de su pontif icado.

Pero, además de una reforma moral en clave de miser icordia, también la Iglesia precisa revisar sus estr ucturas de poder. Porque toda organizaci­ón social, y la Iglesia lo es, necesita desar rollar deter minadas estr ucturas gracias a las cuales se pueden analizar las situacione­s concretas, discernir posibles respuestas a esas situacione­s y tomar las decisiones que se consideran más adecuadas. Estas estr ucturas, en pr incipio, no tienen por qué considerar se ni buenas ni malas. Lo que las dot a de bondad o de maldad es su utilidad -que sir van para lo que fueron creadas-, las actitudes de los que toman las decisiones (prepotenci­a, intereses par ticulares o ser vicio a la comunidad) y la mayor o menor participac­ión en las tomas de decisiones.

Así, la Iglesia, como institució­n milenar ia, y a pesar de las diferentes refor mas llevadas en su seno durante siglos, necesita una atenta revisión en los tres aspectos antes citados, pues resulta necesario desalojar de la Iglesia todo lo que pueda sonar a abuso de poder, autor it ar ismo, manipulaci­ón de conciencia­s, etc. Todo aquello, t an opuesto al ser vicio y la fraternida­d evangélica, con lo que tristement­e, demasiadas veces, se nos identifica en el imaginario colectivo y que tanto daño hace a su imagen.

Algo de todo esto es lo que ha venido afrontando valienteme­nte el Papa Francisco

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