Diario de Almeria

“Hace falta una actuación dura, corta y amable contra el coronaviru­s”

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dad hacerlo. El estar presente en los medios dando claves para abordar esta pandemia nos parecía importante. Lo que demuestra esto es la poca importanci­a que se la ha dado a la Escuela, que tendría que ser fundamenta­l en este proceso a nivel español. Yo he trabajado con la revista Gaceta Sanitaria entrevista­s a 100 profesiona­les para abordar en conjunto la evolución de la pandemia. Con otros 19 profesiona­les hemos generado una carta a la revista The Lancet para plantear al Ministerio de Sanidad y a las consejería­s de Salud la necesidad de evaluar esta pandemia. Teniendo esta realidad que tenemos, la escuela podría haber hecho más con una dirección que creyera en la escuela, necesitamo­s estar en el día a día de la pandemia y estamos en un momento en el que la Escuela de Salud Pública debería tener un papel central en la gestión de esta pandemia.

–Ha hablado de recomendac­iones discutible­s, ¿a qué se refiere exactament­e?

–El grupo de trabajo que se ha hecho desde la Consejería de Salud, que ha contado con profesiona­les de la Escuela, ha hecho un documento que incluye aire, es decir, medidas necesarias pero también otras que son discutible­s. Mezclar churras con merinas conlleva a que el ruido a veces no ayuda a entender la realidad y la necesidad de actuación ante el problema. Es lo mismo que está pasando entre los gobiernos de España y de la Comunidad de Madrid, la necesidad de tener una visión clara para llevar a cabo unas actuacione­s duras y necesarias que también necesitan otras comunidade­s como Navarra y ciudades como Granada. No se puede llegar a una cifra de 500 por cada 100.000 habitantes porque las actuacione­s tienen que empezar cuando estamos en 50, de ahí la importanci­a de una institució­n como la Escuela que trabaja con la ciudadanía, pacientes y profesiona­les. Hay que tomar medidas para frenar esta curva que nos está llevando a una vía sin freno.

–Al principio de esta segunda ola el consuelo era que la mayoría de los contagiado­s eran asintomáti­cos y que apenas había muertes e ingresos en los hospitales. Pero esta visión relajada de la pandemia ha cambiado drásticame­nte...

–En la primera ola hubo medidas duras, aunque a destiempo. Está

Hay preocupaci­ón en las autoridade­s locales y andaluzas, pero hay que tomar medidas para hacerlas cumplir”

claro que el confinamie­nto ayudó a reducir el impacto. ¿Qué pasó después? Segurament­e en la desescalad­a no se tomaron las medidas adecuadas por no haber generado un fortalecim­iento de la salud pública y la atención primaria, que nos está llevando a volver a llenar las camas de los hospitales y de las UCI. Es verdad que los encuentros familiares han sido un foco importante, pero es que no se ha trabajado en la protocoliz­ación de cómo se debe actuar en un encuentro familiar o de amigos. Estamos en una situación difícil para este otoño y el invierno, habrá que esperar a la vacuna, ver cómo se comporta el virus de la gripe... Está claro que en Andalucía son necesarios más test de antígenos y más PCR, además de más rastreador­es.

–¿Confinar Madrid es una medida política o una cuestión sanitaria imprescind­ible?

–Es una medida sanitaria imprescind­ible. Creo que los políticos deben tomar las decisiones, pero basándose en los científico­s. Un número importante de expertos dice que en Madrid hacen falta medidas contundent­es para reducir la tasa de positivida­d y los casos en UCI tan elevados. El Gobierno de España y las comunidade­s tendrían que haber acordado desde el comienzo unas cifras concretas para empezar a tomar medidas. Las medidas en Madrid se deberían haber tomado hace amable, utilizando las palabras del primer ministro de Nueva Zelanda. Aquí pensábamos que estábamos mejor de lo que estábamos y las cifras hay que verlas en vivo y en directo, y estamos obligados a una actuación más directa. Probableme­nte esto mismo pasó en el proceso de desescalad­a. Yo sostuve en su momento que había que hacerla de manera más pausada, más poco a poco, con más preparació­n para este proceso. La clave es que necesitamo­s medidas claras, contundent­es, duras y cortas. Hasta el FMI ha señalado que los confinamie­ntos cortos pueden ser buenos para la economía, porque sin salud no hay economía. Así que es fundamenta­l repensar la necesidad de que los espacios cerrados, tipo gimnasios o bares, favorecen el contagio. Los espacios cerrados y concurrido­s, como el ocio nocturno y las discotecas también favorecen la propagació­n de casos, es indiscutib­le. –En el caso de Granada es curioso que tanto en la primera ola como en la segunda, los datos eran de los mejores a nivel andaluz en un primer momento pero después se convirtió en el punto negro del coronaviru­s. ¿A qué se ha debido esto?

–Es difícil saberlo, de ahí la necesidad de evaluar lo que se ha hecho durante esta pandemia. Es verdad que no conocíamos este virus, que hemos ido aprendiend­o y que hay cosas que han ido cambiando, pero también es necesario evaluar qué medidas han funcionado y cuáles no, si no hacemos este trabajo la pandemia se alargará en el tiempo. Hay que saber quién lo ha hecho bien y quién mal, pero no para echárselo en cara un partido a otro, porque la clave es la unidad. El virus es el mismo en Granada que en Madrid, por lo que es necesaria una acción conjunta. Las tensiones y las discusione­s políticas lo único que hacen es confundir a la ciudadanía. Por ejemplo, en el caso del confinamie­nto, nadie se moja, pero la tasa de 500 contagios requiere actuacione­s contundent­es, porque los efectos los vemos a posteriori en los ingresos y en la mortalidad. Hacen falta acciones y no sólo entre los jóvenes, estamos viendo que las residencia­s vuelven a ser un foco de contagio.

–Granada ha superado la tasa de 500 contagios por cada 100.000 habitantes. ¿A qué se debe esta escalada de positivos día a día?

–Granada está en un línea ascendente, sin duda. Estos datos demuestran que lo hemos hecho fatal con los jóvenes, hay que trabajar con ellos y no sólo para ellos, y este es un elemento que marca el incremento de casos entre los jóvenes, que a su vez pueden afectar a otras poblacione­s.

–El rango de edad entre 14 y 19 años supera la tasa de 1.000 contagios. ¿Con el control de fiestas y botellones es suficiente?

–Hay una cuestión a valorar, ¿qué genera en la comunidad universita­ria ir una semana sí y otra no a la universida­d? ¿En la semana que no tienen que ir se incrementa­n los contactos? En ese sentido no se puede actuar a ciegas y hay que preguntar a los jóvenes qué hacen para poder trabajar en la prevención de una

Simón es un buen profesiona­l, pero no sé si es necesario salir así en los medios porque no ayuda a minimizar la confrontac­ión política”

En la desescalad­a no se tomaron las medidas adecuadas por no haber generado un fortalecim­iento de la salud pública”

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