Diario de Almeria

La 56 reedición del duelo más repetido de la historia

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La final de Roland Garros entre Djokovic y Nadal será el capítulo 56 del duelo más repetido de la historia del tenis, el noveno en una final de un Grand Slam y el octavo en la tierra batida parisiense. Djokovic ha ganado 29 veces, pero sólo tres en final de un grande y una sola en Roland Garros; los cuartos de final de 2015. El balance también es positivo para Nadal en tierra batida, donde ha ganado 17 de los 27 partidos. Será su 17 duelo a cinco sets, uno de ellos en Copa Davis, con 10 triunfos de Nadal.

Pero ésa es, justo, su concepción del tenis, aprender, mejorar adaptarse al medio... A falta de poder dominar los elementos, Nadal se ha convertido en el mejor especialis­ta del mundo en navegar por sus recovecos y utilizarlo­s, siempre que sea posible, a su favor. Con esa receta, que no ha parado de repetir desde que aterrizó en la otoñal capital francesa, el número 2 del mundo que, venía sólo con tres partidos en sus alforjas tras seis meses de parón por el confinamie­nto, se ha plantado en la final sin perder un set, cada partido un poco mejor que el anterior, tal y como figuraba en su hoja de ruta.

Y ahora, en ese escalón en el que nunca ha perdido antes un partido, tiene de nuevo que domesticar el entorno contra un rival encantado de que el clima le conceda ventaja, que la bola se eleve menos para que su brazo derecho pueda atajarla antes y convertirl­a en misiles contra la línea de flotación enemiga. Ahí reside la esperanza del serbio, que llegó a París con la cicatriz todavía abierta de su descalific­ación en el US Open, donde le esperaba su 18 Grand Slam que quedó aplazado por un pelotazo extemporán­eo a una juez delínea, la única derrota que figura en su casillero en sus 38 duelos de 2020.

Djokovic, asentado en el trono del tenis, seguro de salir número 1 pase lo que pase hoy en la Philippe

Chatrier, pelea contra el pasado, contra un rival que le ha ganado 17 de los 24 duelos en tierra batida, 5 de las 8 finales de Grand Slam, seis de los 7 duelos en Roland Garros.

Eso no valdrá nada cuando salte para disputar su quinta final en París, la tercera contra su mejor enemigo, en busca de levantar una segunda Copa de Mosquetero­s, un aliciente suplementa­rio para su ambición, porque en el banco de Roland Garros es donde menos crédito tiene su juego.

El serbio no conoce fronteras, gana en todas las superficie­s y antes de Roland Garros se hizo en la tierra batida de Roma con su Masters 1.000 número 36 para superar en uno a Nadal. Su camino a la final ha sido más tortuoso, con un set cedido en cuartos contra el español Pablo Carreño y dos más en semifinale­s frente al griego Stefanos Tsitsipas, que amagó con la remontada pero no la culminó.

Pero hasta entonces su trayecto había sido tan plácido que pese a esos dos contratiem­pos sólo llega con 45 minutos más de tenis que su oponente. Djokovic cuenta con que el clima le otorgue una oportunida­d y poder la gesta de aquel 3 de junio de 2015, cuando aguó el cumpleaños de Nadal propinándo­le su segunda derrota en el torneo. Antes lo había logrado el sueco Robin Soderling en 2009. Después, nadie más lo ha conseguido.

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IAN LANGSDON / EFE Rafa Nadal golpea una bola durante su partido ante Schwartzma­n el pasado viernes.

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