Se compra menos tabaco y más barato, pero vamos subsistiendo a pesar de las limitaciones”
AL estanco de Verónica Ruiz llegan todos los días un buen número de clientes pidiendo cigarrillos electrónicos y pastillas de nicotina porque van a dejar de fumar. Al poco tiempo vuelven y se llevan una cajetilla, pero la amenaza es real. Lamenta que no se pueda fumar ni andando. “Hay tanta restricción y sensibilización que te miran mal, como si fuera un pecado y nadie tiene en cuenta que somos uno de los sectores que más dinero aporta al Estado”. A Verónica le preocupa que se esté criminalizando al fumador, pero sobre todo la caída en picado de las ventas. “Estamos notando que compran menos y cogen tabaco más barato y picadura”, relata. De hecho, en el confinamiento el tabaco para liar fue el producto estrella porque la gente tenía más tiempo libre. “Al principio se llevaban cartones y había colas, pero fue un espejismo y se están vendiendo menos cajetillas que nunca”. El mentolado era un producto que funcionaba bien en su establecimiento y ahora se ha cambiado por la cachimba. “Los jóvenes compran shishas y es muy preocupante el consumo al alza de la marihuana, requiere más control de las autoridades, porque vendemos más papel que tabaco”. Empezó en su negocio con la anterior crisis, en 2008, y ahora se enfrenta a la pandemia. “He cogido todo y hasta me han puesto una pistola en la cabeza para robarme”. Aún así, no tira la toalla: “Vamos subsistiendo”.