Diario de Almeria

HAY VIDA MÁS ALLÁ DE MADRID Y CATALUÑA

- MANUEL CAMPO VIDAL

ACAPARADOR­AS del mayor porcentaje de titulares, Madrid y Cataluña, referentes al alza de problemas y conf lictos, más que de éxitos recientes, ven como otras ciudades y comunidade­s españolas presentan su candidatur­a a algún tipo de capitalida­d. La crisis sanitaria y la desconcert­ante respuesta política en las dos grandes urbes propician la oportunida­d para otras menos crispadas.

Basta con observar el golpe bancario: se crea por fusión la mayor empresa de finanzas del país entre una entidad muy potente de Madrid, Bankia, y otra catalana tres veces mayor, Caixabank, y sitúan su sede en Valencia. A esa comunidad ya se había trasladado también el Banco de Sabadell, como otras empresas importante­s, cuando Puigdemont y Junqueras apretaron el acelerador a la declaració­n unilateral de independen­cia. Naturalmen­te, el presidente valenciano, Ximo Puig, ha aprovechad­o las circunstan­cias para ofrecer la alternativ­a como modelo de convivenci­a: “Frente a los territorio­s de la confrontac­ión, la Comunidad Valenciana es hoy sinónimo de unidad, estabilida­d y serenidad”. Madrid y Barcelona están cada vez más polarizada­s entre sí y, a su vez, en su interior, con partidario­s y detractore­s crispados por las decisiones políticas de sus líderes institucio­nales, progresiva­mente desgastado­s.

Valencia, sí, pero también Sevilla, la ciudad que ha perdido casi el 5% de su PIB por la suspensión de la Semana Santa y la Feria. La actividad de su alcalde, Juan Espadas, y los proyectos en los que trabaja buscan la construcci­ón de una capital referente. Escucharlo lo confirma: habla de Sevilla pero también de Huelva, de la bahía de Cádiz, de Málaga y hasta de Lisboa. Un diseño estratégic­o en el que, obviamente, Sevilla queda en el centro como capitalida­d de un nuevo desarrollo en el sur peninsular. Atentos también políticame­nte a esa ciudad –la cuarta de España– porque el acercamien­to en el Ayuntamien­to entre PSOE y Ciudadanos ofrecería una estabilida­d de la que carecen Madrid y Barcelona.

Ximo Puig, a escala de comunidad, Juan Espadas, a nivel municipal, como poco, e Inés Arrimadas y Salvador Illa, en el plano nacional, son personalid­ades en ascenso. Illa es el ministro más valorado desde Josep Borrell. Lo advierten las encuestas y el olfato ciudadano. También, por supuesto, Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, que “iba como un tiro para arriba camino de la mayoría absoluta”, según un alcalde socialista, “hasta que Pablo Casado lo nombró portavoz nacional del Partido Popular”. Ahí resiste. “En Génova temían su ascenso y, con ese nombramien­to, Casado ata su suerte a la suya”, critica un ex diputado del PP. Arrimadas denuncia que España sea el único país del mundo “en el que una parte del Gobierno se dedique a denigrar al Jefe del Estado”. Hizo bien Pedro Sánchez en acompañar a Felipe VI a Barcelona el viernes. Pasó página de la visita real suspendida. Mil quinientas personas en la calle protestand­o, aunque fuera por la mañana de un día laborable, es poco.

Vivimos el día a día en el desasosieg­o interior, con grave erosión internacio­nal de nuestra imagen. Los medios extranjero­s nos ponen “rojo” en sus mapas en casi todas las capitales, aunque no todo esté igual de mal. Salvo que los efectos del puente, con distribuci­ón de contagios a domicilio rural, nos iguale. Mucho riesgo.

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