Diario de Almeria

EL DESMADRE DE GRANADA

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ES la primera vez que me vuelven la cara. Con absoluto descaro. Salí este puente a correr en PlayaGrana­da y, cuando atravesaba el camino estrecho que han habilitado detrás del Espeto hacia el Paseo Marítimo, una pareja me dio la espalda refugiándo­se contra la pared. ¿Yo era el peligro? Me sentí como una apestada.

Casi me doy la vuelta para explicarle­s que no me estaba saltando ninguna normativa, que es legal hacer deporte sin mascarilla y que no tengo coronaviru­s. Luego pensé que no lo sé. Que igual soy asintomáti­ca como esos jóvenes (y no tan jóvenes) que se van felices de botellón.

Molesta, dolida, no dejé de preguntarm­e si ellos, blindados con sus mascarilla­s último modelo, realmente estaban protegidos. En comunidade­s como el País Vasco, Valencia, Galicia y Navarra ya han decidido vetar las mascarilla­s de tela en hospitales y centros sanitarios porque no se fían. Exigen las quirúrgica­s y, aun así, el riesgo no desaparece: si las utilizamos más tiempo del debido o no las desinfecta­mos bien, tampoco garantizam­os su efectivida­d.

En Reino Unido han decidido cerrar pubs y gimnasios para salvar las aulas; en Andalucía los bares no se tocan...

Es evidente que hay un problema con las mascarilla­s y hay también un debate pendiente sobre su obligatori­edad en la vía pública. Melilla, por ejemplo, ha decidido multar con 100 euros a los corredores que no las lleven en las zonas de paseo. ¿Deberíamos hacer lo mismo en Andalucía? En Granada este domingo no se cabía. No me refiero a los vídeos virales que han saltado a los medios de toda España con el desmadre en Ganivet. Queríamos turistas para revitaliza­r la economía y ahí han estado. Pero ahora resulta que eran más de la cuenta. Que no es posible llenar la Alhambra y animar la restauraci­ón y el comercio sin que haya aglomeraci­ones y salten por los aires las distancias de seguridad. ¿Entonces cómo hacemos?

De momento, poner parches. La Junta ha decidido cerrar dos semanas la Universida­d pero no toca los bares. Dicen que quieren “reducir la movilidad”; efectivame­nte, cualquier joven llega antes al bar de la esquina que a su Facultad... En Reino Unido también se ha disparado la segunda ola pero han decidido sacrificar pubs y gimnasios para salvar las aulas; en Israel quieren que los niños vayan a clase y ¡las niñas se queden en casa!; en China ya están otra vez haciendo test masivos por nuevos rebrotes... ¿Alguien se aclara?

Mañana saldré a correr, me sacrificar­é y llevaré mascarilla (homologada). Visto el caos de quienes nos gobiernan, mejor hacer la guerra en casa. Insignific­ante pero necesaria. Al menos dormiré bien.

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MAGDALENA TRILLO @magdatrill­o

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