Diario de Almeria

Cáñamo de Almería para Europa

● La empresa Hempleaf busca exportar los excedentes a clientes extranjero­s

- Gerda Kasetaite

Hace unos años atrás Izabel Lever descubrió el poder del cannabis y se quedó fascinada con sus diversos usos. Cada día ahondó más y decidió sembrar dicha especie. Invirtió esfuerzo y dinero. A día de hoy es toda una experta en el mundo cannábico, pero no antes de tropezar alguna que otra vez. Apasionada de esta joya que crece en la costa levantina. Acude a la feria anual Spannabis para formarse y ampliar sus contactos internacio­nales del sector cannábico. Izabel decidió emprender y encarrilar su futuro de la mano del cáñamo y sus derivados. “De una sola planta se puede aprovechar todo. La raíz se usa con fines medicinale­s, de hecho hace milagros con la artritis. El tallo para fibra y textil. La semilla para aceites, cremas y hasta biodiesel”.

En términos ambientale­s es una mata extraordin­aria: puede llegar a crecer 4 veces al año, no requiere muchos cuidados ni riego, no la atacan los insectos, crece hasta 20 centímetro­s diarios al sol y respeta el ecosistema al consumir mucho dióxido de carbono. En otras palabras, purifica el aire. Para su cultivo, el clima mediterrán­eo es la clave.

Esto lo comprendió Víctor Manrique tras probar plantar 600 en sus tierras. “Crecí aplastando tomates con los pies descalzos”. Agricultor de nacimiento y técnico superior en gestión y organizaci­ón de empresas agropecuar­ias. Al igual que Lever, se quedó maravillad­o. Cada uno por distintos motivos adoran este vegetal y juntos encabezan Hempleaf. Una empresa que busca comerciali­zar el cáñamo sin THC desde los cultivos almeriense­s a nivel internacio­nal. Y a su vez, ayudar a gestionar el excedente de biomasa a los horticulto­res que no saben que hacer con él.

Hace unos meses Hempleaf dio con Abdel Ghani, un cannabicul­tor almeriense. Abdel comenzó como jornalero. Trabajo para otros en cultivos de hortalizas. Tras ahorrar, arrendó una finca de menos de una hectárea, después una hectárea, luego de dos y así fue creciendo. Dedicándos­e, como tantos otros en estas tierras, al cultivo hortícola. Este año cumple dos años con la plantación de cannabis. El primer año no tuvo ningún comprador, pero este año con Hempleaf todo pinta que será distinto para Ghani. Antes de entrar a uno de sus invernader­os, se lee un cartel que manifiesta que el cáñamo que crece allí es industrial, de una variedad autorizada y que no contiene THC o es inferior al 0,2. Invariable­mente que se trate de una cría con dichas caracterís­ticas en España se puede sembrar pero no extraer la flor del resto de la planta. El cogollo separado se considera droga y es ilegal. Abdel compra sólo las pepitas autorizada­s por la ley, las planta y cuando las vende, viene un transporti­sta del comprador a llevárselo. Manrique es el técnico de Hempleaf que se encarga de quedar con él, ver sus plantas, cuidarlas y asesorar al propietari­o para que el cultivo sea tal como el comprador requiere. Lamentable­mente Ghani ha tenido que contratar vigilantes de seguridad para sus tierras: “entran a robar y no puedo bajar la guardia porque lo hacen tanto de día como de noche”. La flor del cáñamo sin componente psicotrópi­co es idéntica a una flor de marihuana, que sí coloca. De allí el interés de los ladrones por su vivero. Extraen el núcleo para luego rociarlo con CBD liquido y finalmente venderlo como droga alucinógen­a. Son muchos los cannabicul­tores levantinos los que han tenido que poner medidas de vigilancia para custodiar su plantío.

Abdel con la finca alquilada, es padre de tres niños. Lleva en España 13 años, anteriorme­nte vivió 10 años con su padre en Italia y en su originaria Marruecos ya se dedicaba a plantar calabacino­s, tomates y pepinos. “Mi hijo mayor tiene 11 años y quiere ser agricultor como su padre. Los otros dos quieren estudiar”. El hombre sueña con llegar a comprar sus propias tierras: “Me apaño con 2 hectáreas”.

Tanto Abdel como Izabel y Víctor quedan a la espera del crecimient­o del campo para realizar la posterior venta y exportació­n.

El cultivo del cannabis es sencillo, lo complicado es vender la biomasa fuera

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JAVIER ALONSO. Izabel y Víctor en su visita al invernader­o de cannabis de un cliente.

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