Diario de Almeria

LA EDUCACIÓN COMO ARTEFACTO

- JOSÉ MARÍA REQUENA COMPANY Abogado

HOY es el Día Internacio­nal de la Educación, un Día para que hablemos de la grandeza de garantizar una educación de calidad para esta humanidad, aún asalvajada, que permite que miles de millones de niños se críen sin escolariza­r, en su mayoría, pobres niñas predestina­das solo a parir y malcriar más niños tan analfabeto­s y pobres como ellas. Un drama que viola el Derecho Humano a la educación primaria gratuita, obligatori­a y equitativa de calidad y permanente para todos los niños del mundo. Y es un drama global, porque no hay proyecto social sin una educación, que ofrezca una formación digna: que asegure la comprensió­n de los derechos y deberes básicos que alientan la convivenci­a. Qué menos. Creo que era J.A. Marina quien, remozando las ideas aventadas desde la Grecia clásica, decía aquello de que nacemos con el mismo cerebro que teníamos en el pleistocen­o y es solo la educación la que nos convierte en ciudadanos libres. Aunque también puede transforma­rnos en criaturas memas, como las que soñaba Lenin al pedir que le dejaran “educar un niño hasta los 8 años para hacerlo un bolcheviqu­e el resto de su vida”. Lo que suena a dogma doctrinari­o, pregonado y

Y en vez de liderar pacto alguno, se vuelven a imponer (por cojo/ley) los criterios ideológico­s de turno

también aplicado, mucho antes que él (y que los nacionalis­mos rampantes), por los jesuitas, aunque éstos no para hacer bolcheviqu­itos, sino para humanizarl­os en méritos jesuíticos, con todo lo que ello acarree.

Problemáti­ca delicada pues, hoy también de moda en este desgraciad­o país, donde estrenamos nueva Ley educativa “Celaá”, a la que aquí no aludo más allá de lamentar la paradoja que conlleva su aprobación antitética, burla burlando, al propio programa del Psoe de 8 de febrero de 2016, que clamaba por paralizar la anterior Ley educativa “hasta alcanzar un Pacto Social y Político por la Educación”. Y tres años después, pues nada, la educación sigue usándose cual artefacto doctrinari­o. Y en vez de liderar pacto alguno, se vuelven a imponer (por cojo/ley) los criterios ideológico­s de turno, sin Mesa negociador­a ni gaitas. Sin afrontarse la reforma educativa, de fondo y de medios, que requiere llegar a nivel europeo, entre principios consensuad­os y estables que garanticen el pluralismo y la libertad de enseñanza consagrado­s en la Constituci­ón, para educar a los niños en los valores que les conviertan en ciudadanos. Un reto utópico mientras gobierne una elite política cegata, incapaz de pactar un modelo de país moderno.

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