Diario de Almeria

VIVIR CON LOS PIES EN EL SUELO

- JESÚS GARCÍA AIZ

LA sabiduría popular se manifiesta de muchas maneras, pero especialme­nte en la creación del lenguaje. No somos muy consciente­s de esta realidad porque a menudo vivimos de forma automática y, aunque normalment­e decimos lo que pensamos, pocas veces pensamos lo que decimos. Podemos encontrar un ejemplo de esta afirmación en la expresión «tener los pies en el suelo».

Si nos paramos a pensarla nos damos cuenta de que todos sus niveles de significad­o son ejemplos de sabiduría popular.

Un primer sentido de la expresión es literal y su plasticida­d muy familiar porque inmediatam­ente reconocemo­s la imagen y la relacionam­os con la firmeza que nos da el enraizamie­nto en la tierra y el hecho de mantenerno­s de pie con seguridad. Pero la expresión «tener los pies en el suelo» también tiene un sentido metafórico que alude a las personas que viven con realismo las circunstan­cias de la vida. Dado que las circunstan­cias son complejas y vividas de forma subjetiva, este sentido metafórico es mucho más ambiguo que el literal, ya que lo que para unos es realista para otros puede parecer una idealizaci­ón. Mediante un diálogo honesto y abierto la confrontac­ión de opiniones nos puede ayudar a elaborar un discernimi­ento más profundo que conduzca a una perspectiv­a más objetiva de la realidad.

Habría, además, un tercer nivel de significad­o en la expresión «tener los pies en el suelo». Se trata del sentido psicológic­o, que se refiere al universo interior de cada persona. De forma más o menos consciente, nuestra mente absorbe e integra las consecuenc­ias positivas y negativas de nuestros actos. De hecho, podemos decir que la vida humana es un proceso de apropiació­n de la realidad por parte de cada uno de nosotros. Todos aprendemos y maduramos a partir de los aciertos, y aún más de los errores que inevitable­mente vamos cometiendo.

Pero todavía hay un cuarto sentido de la expresión «tener los pies en el suelo» que es el espiritual y religioso. Efectivame­nte, este dicho popular es una de las mejores descripcio­nes del término «humildad» que viene del latín humus y significa «tierra». La humildad aleja la tentación del orgullo prepotente, pero también conduce a superar la falta de autoestima y confianza básicas. En definitiva, el término humildad equivale a tener los pies en el suelo, es decir, a la opción de vivir en la verdad. Así pues, el refrán popular, que también está en la base de la espiritual­idad humanista, puede convertirs­e en la puerta abierta a la religiosid­ad vivida desde la autenticid­ad. Merece la pena, por tanto, que las personas no nos limitemos a decir lo que pensamos, sino que también nos paremos a pensar lo que decimos. Sinceramen­te, también resulta todo un reto, para nuestra propia espiritual­idad cristiana, tener (y mantener) los pies en el suelo.

Merece la pena, por tanto, que las personas no nos limitemos a decir lo que pensamos

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