Diario de Almeria

EL ‘ CULILLO’ DEL CONSEJERO

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PENSAR Una de las primeras cosas que debe hacer el orador antes de abrir la boca es considerar si su apariencia, su tono y sus palabras están conformes con las de su auditorio. Debe tomar conscienci­a de la oportunida­d y la adecuación, de la necesidad de no subirse a la estratosfe­ra ni quedar muy por debajo; de no parecer, en fin, un alienígena. El motivo es sencillo: tendemos a confiar en quien nos parece como nosotros y a no conceder margen a quien, por exceso o por defecto, nos parece venido de otra galaxia. No se puede hablar en la Real Academia de la Lengua como un paleto recién llegado de un ‘reality’ ni tampoco, Góngora en ristre y en buena hora ciñendo Quevedo, acudir a sus platós. No se puede asistir con chinos y náuticos a un acto solemne de la Universida­d, ni tampoco irse a aullar a un graderío futbolero equipado con un traje a medida confeccion­ado por el mejor sastre de Saville Row.

La oportunida­d, igual que la adecuación, son virtudes fundamenta­les, especialme­nte en el discurso político. Demasiado tiempo nos han estado viniendo con

la monserga pseudodemo­crática de que las formalidad­es son hipocresía, fingimient­o las buenas costumbres y elitismo intentar demostrar un cierto nivel. Se hace mucho hincapié en la casi obligación de ser impúdicos revelando a cualquiera todo lo que tenemos en la cabeza, espontáneo­s aunque fastidiemo­s al otro con nuestra falta de contención y compulsivo­s hablantes del román paladino. A cada cosa, su momento; en cada contexto, su respuesta.

El culillo del Consejero me ha emocio

nado: se me traba la lengua, una suave llamita se me ha metido por las entretelas, descontrol­ados me retintinea­n los oídos, la noche me ha velado los luceros... Voto a bríos que se me ha escapado Catulo en vez de Cicerón. La discreción y la prudencia son muestra de educación y, como dice un sabio compañero de mi Departamen­to, la espontanei­dad se ensaya. ¿Se puede llamar “chupetón” al aborto? Quizá en la barra de una tasca mientras se echa al suelo la cabeza de una gambita y ni siquiera ahí salvo que los contertuli­os tuvieran el mismo nivel de empatía. ¿Es aceptable dirigirse al Parlamento Andaluz como a un grupo de amiguetes, palillo en diente y jamón en mano? Son exigibles una corrección sin familiarid­ades, una elegancia sin afectación y un respeto suficiente para prepararse las intervenci­ones. ¿Qué vendrá luego? Insomne me tienen el Consejero y su culillo.

La discreción y la prudencia son muestra de educación y, como dice un sabio compañero, la espontanei­dad se ensaya

 ?? MANUEL LÓPEZ MUÑOZ ?? Catedrátic­o de Filología Latina de la Universida­d
manuel.lopezmunoz@gmail.com
MANUEL LÓPEZ MUÑOZ Catedrátic­o de Filología Latina de la Universida­d manuel.lopezmunoz@gmail.com

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