La colchicina vale sólo con extremas reservas
La noticia se propagó con la rapidez que salta una variante mutada del coronavirus. ¡Hay un tratamiento para el Covid-19!, proclamaron. El fármaco es la colchicina, un medicamento tan antiguo como las pirámides y que está indicado desde entonces para la mitigación de los ataques agudos de gota. Así lo recoge el célebre papiro de Ebers, datado del 1550 a.C., un documento que compendia los conocimientos terapéuticos de la antigüedad. En efecto, aunque la colchicina presenta ciertos beneficios para combatir la enfermedad causada por el SARS-CoV-2, farmacéuticos y médicos especializados en la materia advierten de las reservas de su empleo para una población general.
En la ciencia médica y farmacéutica manda la máxima ideal del “primum non nocere”, atribuido a Hipócrates, y que viene a traducirse como “en primer lugar, no provocar un daño”. En primer lugar, por tanto, a la hora de la prescripción de un fármaco, los facultativos han de valorar el equilibrio entre el riesgo y el beneficio que comporta un tratamiento.
La clave ahora es no reincidir en lo ocurrido la pasada primavera con la hidroxicloroquina, el presumible medicamento milagroso contra el Covid-19. Los efectos beneficiosos de la cloroquina acabaron resultando residuales. No merecía la pena.
Por eso los especialistas alertan a la población: no tomen colchicina a no ser que haya una prescripción médica previa. Ojo a la automedicación. Aléjense de la automedicación.
En el estudio pormenorizado entre los pros y los contras de la colchicina, el farmacéutico Jesús Sierra explica sobre los beneficios encontrados que “parece que funciona pero no termina de quedar claro”. El jefe de la sección del Uso Racional del Medicamento del Hospital Universitario de Jerez lo cuenta con un símil: “Pasa como con una pelota de tenis que
queda en la cinta y no se sabe si pasa la red o no”. El médico Rafael Bravo detalla en un artículo publicado en su web que los resultados del ensayo del antigotoso, después de los fuegos artificiales que figuraron en la nota de prensa de la empresa a cargo, no han cumplido realmente con “las expectativas creadas”. Una lectura crítica del estudio revela que “adolece de una falta de validez interna por el fin prematuro del ensayo, que lo ha condenado a las dudas que genera el tener una muestra insuficiente”. “Con estos datos, la información que respalda la indicación del tratamiento es débil”, concluye.