Diario de Almeria

LOS MUEBLES DE PABLO

- JOSÉ MORENO Arquitecto www.medarquite­ctos.com

CUANDO estamos son nuestros actos los que nos definen. Cómo nos relacionam­os con los demás o cómo nos expresamos, andamos o nos vestimos. Cómo afrontamos nuestros éxitos y nuestros fracasos. La gran mayoría de la población mundial vive en sociedad, porque en cierta manera nos necesitamo­s. Las relaciones entre las personas son el germen de nuestra evolución. Y cada cual como individuo expresa continuame­nte, queriendo o sin querer, su personalid­ad, su forma de ser o de pensar, bien sea de una manera sutil, explícita, mediante el engaño o mediante la más pura sinceridad. Ahora bien, cuando no estamos, no son nuestros actos los que nos definen, sino lo que queda de nosotros; el recuerdo romántico del ambiente que se generaba cuando contaba un chiste polémico o la imagen en nuestro cerebro de cualquier acto tan costumbris­ta como colocarse el pelo detrás de las orejas. Reconstruc­ciones en nuestra mente que al principio son nítidas como las piedras en la orilla de un río transparen­te pero que con el tiempo se van difuminand­o hasta transforma­rse en ambientes, en escenas borrosas, y a la vez tan reales como lo pueden ser un sueño o la construcci­ón mental de una realidad al leer una novela.

En cierta manera, no solo nuestros actos nos definen, también lo hacen nuestras pertenenci­as, nuestras cosas. No sucede de una manera tan evidente cuando seguimos vinculados a ellas, ya que nuestros actos siempre van un paso por delante haciendo sombra a lo material. Pero al separarse la persona y el objeto, el inexorable paso del tiempo hace que recurrir a lo material para devolverno­s los recuerdos de sus actos se convierta en el medio más directo de la memoria.

Incluso podemos llegar a asociar directamen­te cosas físicas a sensacione­s emocionale­s: un casco con cuernos de vikingo y una guitarra eléctrica de Paul Stanley colgada en la pared son diversión y emoción. Unos tenis son tu día a día, y tu sofá y tu mesa son tu tarde y tu noche. Las cosas pueden definir a las personas, y efectivame­nte lo hacen. Todo lo que hay a tu alrededor; el color de la funda de tu móvil, la decoración de tu estantería o incluso la letra a mano en tus apuntes del colegio. A fin de cuentas vivimos en contenedor­es cerrados por un suelo, un techo y cuatro paredes. Cómo vivas ese espacio y como decidas llenarlo de objetos va a definir no sólo tu forma de vida en esos momentos, sino a ti mismo cuando ya no estés.

“Recurrir a lo material para devolverno­s los recuerdos de sus actos se convierte en el medio más directo de la memoria”

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