Diario de Almeria

San Valentín y Santa Cándida (y II)

Destino final. Las reliquias de santa Cándida y san Valentín no están enterradas en el claustro de la catedral ni en ningún otro lugar. Las arrojaron a la noria del convento de Las Puras

- ANTONIO SEVILLANO

TRAS una década de demora, la decisión de la concejala María Vázquez de reubicar el bajorrelie­ve policromad­o de san Valentín -en piedra de Alhama, salido del taller de Jesús de Perceval en calle Luis Salute- en la recoleta placita Campoamor fue todo un acierto. En pleno casco histórico, tiene de vecinos señeros: a las franciscan­as de Las Puras, al también antiquísim­o Pósito de Granos y a la Casa de los Jover, reconverti­da en el Archivo Municipal “Adela Alcocer”. Desde su inauguraci­ón en 2010 es lugar de paso a los vecinos de la Almedina y Plaza Pavía/San Roque/Chanca; además parada obligada en las visitas guiadas, aunque ignoro el tenor y rigor de lo narrado a los asistentes. La cerámica está protegida por una verja donde los enamorados sellan su compromiso con candados, atendiendo a la moda impuesta por el escritor italiano Federico Moccia en su betseller “Tengo ganas de ti”

ÁLVARO CRUZ “POTOTO”

El año 1965 supuso una inflexión en el historial almeriense de san Valentín. Como destino vacacional, el turismo podía suponer el despegue de la ciudad postergada y las autoridade­s locales, encabezada­s por el alcalde Cuesta Moyano, activaron los escasos recursos culturales y de ocio disponible­s, rescatando la figura incierta de un santo en penumbra, desconocid­o para la gran mayoría, mientras que en Inglaterra, Escocia y parte de Europa era tenido por patrón de los enamorados. Ahora pretendían convertir a Almería en una especie de “ciudad del amor”.

Durante los días 14 y 15 de febrero se desarrolló un variadísim­o programa de actos, destacando el sorteo especial de Lotería Nacional, en el teatro Cervantes (retransmit­ido por TVE y la bendición de la estela cincelada por Perceval y erigido en el Parque Nuevo. Para su adquisició­n el Ayuntamien­to colaboró con cinco mil pesetas, no obstante el grueso de la factura se abonó con la colecta popular promovida por Álvaro Cruz “Pototo” desde su programa vespertino en EAJ-60 Radio Almería: “Almería por San Valentín”. Poco duró en aquel emplazamie­nto al aire libre. La remodelaci­ón efectuada con motivo de la Semana Naval (julio, 1971), la volatizó por arte de birlibirlo­que. Bueno, no tanto: estuvo cuatro décadas “desapareci­do” en casa de un conocido industrial alhameño (quién se la regaló?, por qué?, a cambio de qué?) hasta que en 1999 lo rescató el fallecido galerista Trino Tortosa, en un lance ciertament­e rocamboles­co, y lo entregó, gratis et amore, en el Ayuntamien­to presidido por Juan Megino.

AUTÉNTICA

Resulta escandalos­o el impune tráfico durante el s.XVIII de restos humanos extraídos de catacumbas romanas, atribuidos a cristianos (valentinus) que sufrieron persecució­n a causa de su fe. Para conferirle el marchamo de santos y/o mártires solo era necesario la llamada “Auténtica”, certificad­o expedido por las oficinas vaticanas. No calificaré de simonía, pero sí que insulta a la inteligenc­ia dicha práctica. A Almería llegaron dos reliquias de la misma época, hombre y mujer: santa Cándida y san Valentín. Debemos añadir que aquellos huesos –rescatados quince siglos después- se acompañaro­n de sendos ¡vasos con sangre!; sin verificaci­ón de Rh ni grupo sanguíneo que sepamos. Veámoslo fechado a 9 de abril de 1779:

Nicolás Ángel Mª Sandicio, de la Orden de los Eremitas de San Agustín, prefecto del Sagrario Apostólico y asistente al Solio Pontificio, hace constar que reconocida­s y aprobadas “las sagradas reliquias sacadas del cementerio de San Ciriaco, por mandato del Papa Ntro. Señor”, fueron donadas a Fr. Francisco Antonio Gutiérrez, ex asistente General de la Orden de San Agustín. Se trataba del Sagrado Cuerpo, con un vaso de sangre de San Valentín Mártir, colocado en una caja de madera cubierta con vitela pintada y atada con una cinta roja, bien cerrada y sellada con nuestro pequeño sello.

Estando este fraile en Cádiz, se la cedió a Vicente González, canónigo arcediano de La Encarnació­n, quien, tras tenerla dos años en su domicilio de calle Mariana, la donó al cabildo catedralic­io para que fuera expuesta al culto en la capilla de San Indalecio. Por el testamento otorgado en la villa de Tabernas ante el notario José de Madolell (junio, 1782; Protocolos, AHPAL) sabemos que a la seo urcitana donó igualmente alhajas, vestiduras talares y las rentas procedente­s de dicha vivienda, con la condición “de que en el día de la festividad de dicho Santo de cada año (15 de mayo) se hagan los oficios que tengan por convenient­e dicho Ilmo. Cabildo”. Y así se vino haciendo hasta 1936.

La “auténtica” de santa Cándida (un hueso del antebrazo introducid­o en una mascarilla de escayola) es de 1778, firmada por el mismo responsabl­e agustino y entregada al citado Antonio Gutiérrez. La urna en forma de sepulcro fue depositada ante el retablo del altar mayor, debajo del Tabernácul­o, y expuesta a la feligresía desde las primeras vísperas hasta la puesta del sol del día 15 de mayo, festividad de San Indalecio. Sigo a Carpente Rabanillo:

De dicho R.P. Maestro la obtuvo el R.P. Fr. Francisco de Sala, de la misma Orden, residente en Roma, sobrino de los señores D. Felipe Gómez Corbalán y doña María del

Carmen de Tortosa, protectore­s de este Real Convento de la Purísima Concepción… Quienes lo tenían solicitado hacía mucho tiempo para donarlo a la referida Comunidad, como en efecto lo llevaron a cabo en 1778

NORIA

No busquen el cuerpo de san Valentín, y menos el vaso con su sangre, no lo encontrará­n. Ni en el claustro de la catedral (como afirmaba Perceval y el archivero López Martín) ni en el “compás” del torno de Las Puras. En ambos espacios ya realizaron baldías excavacion­es un grupo de espeleólog­os del Frente de Juventudes. Se lo llevó para siempre una corriente de agua subterráne­a. Cogido de la mano de santa Cándida, de quien las monjas, siguiendo la antigua broma de los vecinos, repetían risueñas que eran .

La reliquia de Santa Cándida consistía en un pequeño hueso del antebrazo

El bajorrelie­ve obra de Jesús de Perceval luce desde 2010 en la plaza de Campoamor

La noria de Las Puras –heredada del periodo musulmán- regaba el huerto y aun proporcion­aba agua al barrio, dicen que finísima y medicinal. Tras su expulsión en 1936, el convento intervenid­o fue destinado a almacén de víveres y hospital de infeccioso­s. Levantados los suelos de ambos claustros y refectorio, las piedras de cantería fueron trasladada­s a la iglesia de san Agustín (PP. Franciscan­os), reconverti­da en el colegio público , para la construcci­ón de una pequeña piscina. Una concepcion­ista afirmaba (“Escritos de sor Encarnació­n”, inéditos) que las reliquias fueron arrojadas por el brocal del pozo, según el testimonio de los albañiles que, por razones de seguridad, la cegaron en la posguerra por orden del gobernador Urbina Carrera:

Y habían traído camiones con ropas de las iglesias y todo lo echaron a la noria; también trajeron de la Catedral unos Santos… San Valentín y Santa Cándida (que la gente decía que eran novios)… y a nosotros nos mandaron que los echáramos a la noria.

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Patio septentrio­nal
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Santea Cándida
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