Diario de Almeria

POR UN AUTÉNTICO LIDERAZGO

- JESÚS GARCÍA AIZ

LA realidad social actual es percibida por mucha gente, especialme­nte por los más desprotegi­dos, con miedo, angustia y una cierta desconfian­za en la posibilida­d de abrir caminos de futuro. Esta situación tiene muchas causas que sería preciso analizar en su complejida­d, pero una de las más notorias apuntaría a la falta de un liderazgo auténtico, a la urgencia de renovar el modelo de liderazgo social a todos los niveles.

Una mirada retrospect­iva, a fin de preparar el futuro, nos permite constatar que vivimos las consecuenc­ias de algunos liderazgos patológico­s (el liderazgo autoritari­o y dictatoria­l, el liderazgo corrupto, el liderazgo del despotismo ilustrado y del paternalis­mo, ...). Pero también podemos observar la emergencia de un liderazgo ético y humanista, edificado sobre el fundamento de la autenticid­ad, y al servicio de la persona y del bien común.

Estos líderes tienen en común un talante que podríamos llamar liderazgo comunitari­o transforma­dor. Se trata de un modelo que respeta la dignidad de las personas, transmite valores y hace todo lo posible por eludir la trampa del aislamient­o del líder, pero sin renunciar a la libertad y autenticid­ad de ser autor del proyecto que le motiva. El liderazgo comunitari­o no es fácil de cultivar, porque solamente puede brotar de la madurez personal integral y por esto exige unas determinad­as condicione­s de posibilida­d.

La primera condición es que el líder sea consciente de sus propias limitacion­es, que solamente podrá superar mediante la cooperació­n con los demás si deja que contrarres­ten sus debilidade­s. Esta primera condición implica otra, la segunda, que consiste en prestar apoyo a los miembros del equipo para que ellos también se sientan autores del proyecto común económico, político, social, cultural y religioso. Una tercera condición consiste en el acompañami­ento de los miembros del equipo a fin de ir creando sinergias afectivas fruto de la comunicaci­ón, del discernimi­ento compartido, de los objetivos comunes y del gozo de servir a la comunidad.

Estas tres condicione­s pueden ayudar al líder a aprender de los aciertos, pero también de los errores. En este proceso, los hechos de la vida diaria se convierten en una escuela de aprendizaj­e que permite transforma­r el miedo y la incertidum­bre en confianza, enraizada en la sabiduría y el realismo de la humildad. Un ejemplo bien concreto y actual de este estilo de liderazgo comunitari­o transforma­dor es la praxis del Papa Francisco en su acompañami­ento de la Iglesia Católica y de la sociedad universal.

El futuro de nuestra sociedad necesita con urgencia este nuevo liderazgo que permita a la comunidad y a sus líderes otear el horizonte abriendo nuevos caminos, y no como un gallo de corral controlado­r del poder, o un pavo real preocupado solamente por su imagen y apariencia.

La primera condición es que el líder sea consciente de sus propias limitacion­es

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