Diario de Almeria

La nueva Rambla Amatistero­s cumple 25 años

● Esta semana se cumple un cuarto de siglo de la inauguraci­ón de su remodelaci­ón y canalizaci­ón, en las que se invirtiero­n 5.000 millones de pesetas

- JOSÉ MANUEL BRETONES MARTÍNEZ

Periodista

ESTA semana se cumple el 25º aniversari­o de la inauguraci­ón de la urbanizaci­ón de la Rambla Amatistero­s como zona verde y uso público. Los almeriense­s que hayan nacido en el siglo XXI pueden creer que esa avenida de la capital siempre estuvo así. La realidad es bien distinta: donde ahora existen árboles, flores, fuentes, bancos y carriles bici, antes era un cauce lleno de piedras y escombros que se convertía en mortífero cuando llovía; las bravas aguas que bajaban de las serratas inundaban calles, cuevas, casas y comercios, como ocurrió en 1882, 1891 o 1970.

Para poder disfrutar del agradable entorno actual fue imprescind­ible construir unas presas en la cabecera de la rambla para embalsar el agua de lluvia. Durante dos años y con un coste de unos 1.500 millones de pesetas, se efectuó un tratamient­o hidráulico previo que garantizas­e la adecuada evacuación de caudales en caso de avenida torrencial. El complejo trabajo lo coordinó el ingeniero de la Confederac­ión Hidrográfi­ca, Miguel Angel Gutiérrez y se centró en levantar unos diques de entre los 10 y 33 metros con una capacidad de 10.000 a 300.000 metros cúbicos. Ubicados en las cabeceras de las ramblas Belén y Amatistero­s, Cerro Caguetas y Barranco de Los Polvorines, desde allí un canal subterráne­o encarrila el agua hacia el mar.

La nueva Rambla Amatistero­s, inaugurada el 13 de junio de 1996, necesitó una inversión de 5.000 millones de pesetas y supuso la remodelaci­ón completa de un degradado entorno de la capital. Lógicament­e, al corte de la cinta inaugural asistió el alcalde, Juan Megino, junto al consejero de Obras Públicas, Francisco Vallejo, y políticos provincial­es que, algunos de ellos, aún siguen en distintos puestos de la Administra­ción: Fernando Martínez, Manuel de la Fuente o Luis Rogelio Rodríguez. Los vecinos de la Colonia Araceli, San Félix, Barrio Alto, San Luis o Los Ángeles acudieron en masa a disfrutar de aquel acto oficial y público.

Pero la Rambla Amatistero­s ha estado vinculada durante siglos a la ciudad por las riadas, aluviones, inundacion­es y desbordami­entos. Cuando llovía mucho, su cauce formaba un torrente de cenagosas aguas que bajaba con vertiginos­a violencia y rapidez. Aquello debía ser terrible porque producía un ruido aterrador que llevaba el espanto y el pavor a los vecinos que presenciab­an las avenidas desde sus modestas casas o cuevas. Era habitual que hubiese víctimas mortales por ahogamient­o o arrastre y como en todas las tragedias también surgían los héroes. El 21 de octubre de 1900 los serenos Juan Quesada Rodríguez, Eduardo López Bonillo, José Córdoba Perez y Miguel Pallés Quesada salvaron la vida de decenas de personas del Barrio Alto al alertar con sus silbatos y gritos de una inesperada avenida de agua, en Amatistero­s, que estaba anegando las calles.

A finales del siglo XIX, con las mortíferas inundacion­es aún recientes, el ingeniero Javier Sanz había desarrolla­do un proyecto para encauzar Amatistero­s desde su confluenci­a con la de Iniesta a su desembocad­ura con la de Belén, a la altura del llamado “Pilar de los Arquitos”, que estaba frente a la calle Murcia donde se instaló el kiosco de los “garbanzos torraos”. Como todo en Almería, aquello se demoró en demasía y aunque cinco empresario­s presentaro­n pliegos a la subasta de la obra, tasada en unas 10.000 pesetas, fue necesario un plan de donaciones públicas encabezado por la Reina Regente. Con ese dinero se impulsaron los trabajos y se construyó el Barrio de la Caridad y el Malecón de los Jardinillo­s. Luego levantaron los espesos muros de mamposterí­a del cauce, que demostraro­n muchas veces su solidez y buena construcci­ón.

Amatistero­s, lejos de su fama de rambla peligrosa, también impulsaba la vida de los almeriense­s que vivían o trabajan por allí hace más de un siglo. La “Sociedad Económica de Amigo del País” construyó junto al cauce un asilo nocturno para pobres; se abrió un pozo de agua potable en el cortijo “Quitapesar­es”; el bodeguero Juan Idáñez Domínguez vendía en 1905 su afamado vino tinto o el político y comerciant­e Antonio González Egea era propietari­o del “Cortijo del Carmen”; existían parras frondosas y palmeras con dulces dátiles como las de los empresario­s agrícolas Antonio Gálvez Fernández o Mariano Torres Martínez. Hasta maniobras militares se efectuaron en su cauce, como las de Infantería de Marina en noviembre de 1909. Juana Cassinello Núñez cedió, en 1962, terrenos en la zona media de Amatistero­s para construir 33 viviendas sociales.

Amatistero­s llevó, en marzo de 1923, su nombre hasta la prensa de la lejana Serbia. Jorge Gfeorgevit­ch, un ciudadano de ese país llegó a Almería con osos y otros animales salvajes amaestrado­s y acampó en el cauce la rambla. Su bravuconer­ía la empleó contra otros miembros del circo, que le denunciaro­n en comisaría. La Policía descubrió que el serbio fue el autor de un asesinato en Portugal además de autor de otros delitos y estar reclamado por la Dirección General de Seguridad. También Amatistero­s fue escenario de un terrible suceso en septiembre de 1962, cuando un sujeto de 45 años, Manuel Beltrán Moreno, apuñaló a su suegra, María Gómez Hernández, y la dejó con heridas gravísimas. Los vecinos contaron que en la casa vivían siete menores y que el agresor sacó una navaja y se la clavó a su madre política en el vientre, al mediar en una trifulca marital.

Por aquellos años sesenta, la Rambla estaba canalizada y no había posibilida­d de desbordami­ento, pero el peligro de riadas se centraba en los vehículos y objetos que se dejaban en el cauce y podían ser arrastrado­s hasta la playa de las Almadrabil­las. También se reclamaba la construcci­ón de una pasarela o puente en lo que era el badén de la confluenci­a de las ramblas Amatistero­s y Belén. Al final, se asfaltó en 1969 y así estuvo hasta la urbanizaci­ón de finales de siglo XX.

La nueva Rambla Amatistero­s fue inaugurada el 13 de junio de 1996

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