Diario de Almeria

Lo mejor estaba por llegar

● Emilio de Justo y Roca Rey salen por la puerta grande con tres orejas cada uno, en una tarde entretenid­a ● El ganado de Núñez del Cuvillo contribuyó al lucimiento de los toreros

- José Luis Laynez Bretones redacción@elalmeria.es

No se había vivido todavía una tarde redonda este año en los festejos anteriores de la Feria de Almería, pero sin duda lo mejor estaba por llegar en el mano a mano de ayer entre Emilio de Justo y Roca Rey. Una corrida inmensamen­te más entretenid­a que la del sábado y de la que ambos diestros salieron triunfador­es, a hombros por la Puerta Grande.

Emilio de Justo recibió al primero con verónicas y chicuelina­s muy jaleadas por el público, a quien no gustó que el astado doblara las manos al salir del caballo. El diestro brindó al público, que volvió a enfadarse tras otra caída del toro tras la primera serie con la muleta. Con mucho oficio, el cacereño logró someter a su oponente y mantenerlo en pie con naturales muy pausados, acompañado por los olés del tendido. De Justo facturó una gran estocada que encandiló al público, consiguien­do cortar las dos orejas del primero de su lote.

Uno de los grandes atractivos de la tarde y de la feria sin duda era Roca Rey, quien compareció, en su línea, muy hierático y dando pases con el capote caído. Tras un buen puyazo, brindó la muerte de su primer toro al propio Emilio de Justo, y en el inicio de la faena el animal comenzó a buscar la muleta con mucho genio, logrando someterlo por bajo, a base de naturales y derechazos largos y pausados. Tras unos bonitos adornos finales y una estocada muy buena, el diestro peruano igualmente se garantizó el triunfo con otras dos orejas. El mano a mano no podía haber comenzado mejor.

Emilio de Justo se encargó del tercero de este espectacul­ar mano a mano, un toro que pronto se fue a chiqueros, apenas cuando el diestro estaba ejecutando pases de recibo. Recibió un buen puyazo, quizá excesivame­nte prolongado, y el destinatar­io del brindis fue Enrique Ponce, presente en un burladero del callejón. El diestro logró llevar al toro a los medios con bonitos derechazos y allí se le coló dos veces por el pitón derecho y comenzó a tornarse peligroso, con cada vez menos embestida y transmisió­n. De Justo arriesgó mucho cerca de los pitones, pero mató muy mal, con un metesaca y una estocada que no generó más que una leve petición de oreja. Matar mal no se perdona en Almería.

Roca Rey comenzó arriesgand­o en el cuarto, ante un tendido distraído con el final de la merienda. Emilio de Justo le hizo un quite por chicuelina­s ceñidísima­s, muy espectacul­ar, y a continuaci­ón el peruano brindó el segundo de su lote al tendido. La comenzó con los pies muy juntos y bajando mucho la mano, apretándol­e por el pitón izquierdo. Pero la faena empezó a languidece­r en el centro, y de tanto porfiar y quedarse en los mismos pitones, en una de las ocasiones el toro lo volteó y lo buscó estando en el suelo. No tuvo que pasar por la enfermería, pero Roca se llevó un importante susto, golpes y magulladur­as. Cuando volvió a la cara del toro lo mató de pinchazo y estocada, y logró cortar su tercera oreja de la tarde.

El quinto, para Emilio de Justo, era un verdadero buey con 615 kilos de peso, de ahí el puyazo largo que recibió. Tras un buen tercio de banderilla­s, brindó el toro a su compañero de mano a mano, que se recuperaba en el callejón. Comenzó con pases por ambas manos y llegando hasta los medios. Allí toreó muy de frente, con buenos naturales y dejando reposar al inmenso toro. Con el público entregado, y pese a un primer pinchazo, mató con una estocada delantera y sumó otra oreja.

Faltaba por ver cómo había quedado Roca Rey tras la paliza en el cuarto, comparecie­ndo el peruano con un aparatoso vendaje en la pierna derecha y una leve cojera. Lo recibió con su habitual toreo inmóvil, sin rectificar los pies, y el toro intentó rajarse, pero el diestro logró que se fijara y ofreció un bonito catálogo estético, con pases cambiados en los medios y un público entregado. El peruano siguió porfiando con mucho riesgo y acabó de rodillas, en lo que parecía que iba a suponer una apoteosis final, pero aquella fue matizada nuevamente por una mala ejecución final con el acero, que le privó de cortar apéndice alguno. Ambos diestros salieron a hombros gracias a sus respectiva­s tres orejas.

Importante susto para Roca Rey en el cuarto: salió con un aparatoso vendaje en el sexto

La espada privó a la tarde de la apoteosis. Matar mal no se perdona en Almería

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JAVIER ALONSOZ Tanto Emilio de Justo como Roca Rey abrieron la Puerta Grande del coso almeriense al haber cortado tres orejas.
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