Diario de Almeria

El color amarillo se impone con claridad

● Emery, Yeremy y Rulli protagoniz­an el triunfo del Villarreal sobre el Atlético en un día negro para Molina

- Iñaki Dufour (Efe)

Dieciséis partidos después, Unai Emery ya tiene su victoria contra el Atlético de Madrid de Simeone, al que durmió, aplacó y finalmente doblegó en el Metropolit­ano cuando su Villarreal menos intuía la victoria en el segundo tiempo, cuando un despeje horroroso e innecesari­o de Nahuel

Molina, expulsado después en el tiempo añadido, entregó el gol a Yeremy Pino para sostener el éxito del planteamie­nto del entrenador visitante con el valor indudable de la victoria.

Un triunfo sufrido, del que se hizo acreedor en el primer tiempo y no en el segundo, retenido entre el larguero y la parada milagrosa de Rulli primero y sentenciad­o a última hora con el 0-2 de Gerard Moreno, en una noche aciaga para Nahuel Molina y de frustració­n para el conjunto rojiblanco, que casi nunca encontró la fórmula de oponerse al partido que quiso jugar el Villarreal desde el principio y que, cuando lo hizo, primero con 0-0 y después con 0-1, chocó contra los reflejos del portero argentino.

El plan de Emery tenía un punto de partida: la salida del balón. Ya lo hizo la Real Sociedad la pasada temporada en el Metropolit­ano. Lo repitió el equipo amarillo. Rulli era el comienzo de todo. Esperaba, esperaba y esperaba, sin rubor, al borde del minuto a veces, con el balón en su pie, al movimiento hacia adelante de cualquier jugador del Atlético para poner en marcha la transición delimitada del vestuario.

En cuanto saltaba algún futbolista de su rival a la presión hacia el área, se desencaden­aba todo lo que había previsto el conjunto castellone­nse, en superiorid­ad, hacia adelante, con un recorrido rápido hacia el campo contrario. Si no se daban las condicione­s, regresaba a su guarida, sin ninguna prisa, sin ningún riesgo, sin ningún decoro hacia el aficionado, más propio de un ajedrez viviente que un partido de fútbol, si se entiende éste por entretenim­iento.

¿Fue efectivo? Sí. No hay duda. También fue un sopor, aceptable o no dependiend­o de la perspectiv­a de cada uno. Porque el Villarreal logró durante una hora todo lo que pretendía, que pasase poco o nada en torno a su área y, a la vez, golpear cada vez que lanzó la ofensiva. Y, cuando menos lo creía, venció.

Nahuel Molina le abrió el camino con su horrible despeje, pero después Yeremy Pino supo acertar. Como también lo hizo en la contra final Gerard Moreno, 0-2.

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EUROPA PRESS Gerard Moreno controla el balón para marcar el segundo gol visitante.

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