Bennett hace doblete en Breda
● El italiano Edoardo Affini, también del Jumbo Visma, es el nuevo líder
En el segundo esprint de la Vuelta volvió a repuntar la figura poderosa del irlandés Sam Bennett (Bora Hansgrohe), quien firmó un contundente doblete en un rápida etapa disputada a través de 193,2 kilómetros, con salida y meta en Breda, en la que otro corredor del Jumbo Visma, el italiano Edoardo Affini, pasó a enfundarse la roja. Fue otra jornada supersónica disputada a 47,1 kilómetros por hora de media, con nervios y calentones como el que indignó a Alejandro Valverde (Movistar), porque el recorrido, con muchas carreteras estrechas, “parece que pasa siete veces por el mismo pueblo”.
La jornada tuvo el desenlace previsto, con una llegada masiva, en la que Bennett volvió a alzar de nuevo los brazos. El velocista del Bora, que llevaba dos años sin triunfar en las grandes, se llevó el triunfo por segundo día consecutivo por delante, otra vez, del danés Mads Pedersen (Trek) y del británico Daniel McLay (Arkea).
En la general siguió la alternancia del maillot rojo en el Jumbo Visma, que sigue sacando réditos de su victoria en la crono inicial por equipos. Lo estrenó Gesink, en Utrecht se lo pasó a Teunissen y en Breda se lo enfundó el italiano Affini. El ciclista transalpino, de 26 años, llegará a Vitoria para descansar como líder, eso sí, ficticio, pues el jefe real de la general es el esloveno Primoz Roglic.
Fue la etapa maratón, la más larga de la presente edición, que despidió al pelotón después de tres días en los Países Bajos. La salida fue bendecida en la Catedral de Nuestra Señora, símbolo del gótico brabantino de la ciudad de Breda, por cuyo interior pasó el pelotón, unos a pie y otros en bici, con un homenaje floral recordó a las víctimas de la pandemia.
Ninguno de los 181 participantes tuvo tiempo para disfrutar de la excelente colección de maillots que rodeaba el templo, algunos firmados por leyendas locales como Zoetemelk, Jan Janssen o el belga Eddy Merckx, pero todos quedaron bendecidos antes de echarse a la carretera.
Cuestión de fe, de fuertes creencias, como las de los siete corredores que se lanzaron a la escapada del día. José Herrada (Cofidis), Van den Berg (EF Education), obligado en defensa del maillot de la montaña, Bakelants (Intermarché), De Gendt (Lotto Soudal), Ander Okamika (Burgos-BH), Pau Miquel (Kern Pharma) y Mikel Iturria (EuskaltelEuskadi) buscaron el milagro.
Mucha ilusión invertida para un sueño imposible. Las etapas están caras. El septeto no alcanzó en ningún momento más de cinco minutos de renta. Al paso por la tachuela de cuarta categoría de Ruzendeweg el pelotón ya tenía al grupo cabecero a tiro. El canadiense Michael Woods (Israel), uno de los aspirantes al podio, ya estaba camino del hospital tras una dura caída.
El belga De Gendt puntuó en cabeza la cota y en el sprint intermedio de Sint Willebrord. Luego se dejó alcanzar por la marabunta minutos antes del fin de la fuga, a 14 kilómetros de meta. A punto de activarse el protocolo del esprint otra caída derribó a Richard Carapaz (Ineos), pero sin consecuencias para el campeón olímpico.
El Alpecin de Tim Merlier mostró sus intenciones de lejos. Trabajó a destajo en la aproximación tirando a bloque, pero fue otro sprint sin orden. Ningún equipo parece imponer su treno en las pruebas grandes en la actualidad. El UAE intentó lanzar a Pascal Ackerman. Pero los hombres del Bora se metieron por medio, al igual que los ahora amarillos del Arkea, pensando en las opciones de McLay. Entre todos emergió de nuevo la figura verde del irlandés Bennett, poderoso, potente, capaz de rendir a todos sus adversarios, que le entregaron la llave de la victoria al compatriota del mítico Sean Kelly, ganador de cuatro maillots verdes en la ronda española.