Sopórtujar, el de las brujas, encanta a vecinos de Aguamarga
● La excursión a este pueblo de la Alpujarra granadina se cerró con la participación de medio centenar de vecinos/as del barrio
Las excursiones de un día a localidades de provincias andaluzas cercanas se suceden sin solución de continuidad entre los vecinos de las barriadas nijareñas. No son caras, el Ayuntamiento financia el transporte, socializan mucho y siempre se aprende algo.
Medio centenar de vecinos de Aguamrga han elegido como destino de su salida a Soportújar, en la Alpujarra granadina. Este pueblo ha puesto en marcha una original estrategia de turismo rural poniendo en valor su gentilicio (soportujeros o soportujeras) que coloquialmente se simplifica a brujos y brujas.
Su iniciativa lleva por nombre Proyecto Embrujo y tiene distintos puntos de interés. Pasa por el caso urbano, desde la entrada en el empalme de Soportújar; el puente Encantado, construido en 2014; la cueva del Tío Añunas, renombrada cueva del Ojo de la Bruja; el centro de interpretación de la Brujería; la fuente de las brujas en el mirador del Embrujo, y la era de las Cruces, ahora renombrada era de los Aquelarres.
El conocido como el pueblo de las brujos/as debe su tradición, al parecer, al origen gallego de sus ancestros tras las repoblaciones que tuvieron lugar después de la expulsión de los moriscos y la Rebelión de Las Alpujarras en la época de Felipe II. Se dice que en este pueblo se instalaron una serie de colonos del Norte con costumbres y leyendas paganas como meigas, aquelarres y y rituales en noches oscuras que despertaron el recelo de sus vecinos.
Sopórtujar ha hecho de su pasado asociado a la brujería todo un recurso turístico rural
La tradición ha arraigado y se ha convertido en todo un recurso turístico con cientos de turistas cada fin de semana que se sienten atraídos por la curiosidades de un pueblo mágico.
La fuente del Dragón, el Mirador del Embrujo o la bruja Baba Yaga, una malvada hechicera de la tradición eslava son algunos de los motivos de este viaje del terror, pero sin miedo alguno, que los excursionistas de Aguamarga han podido comprobar tras su reciente salida.