La familia del detenido en Marchena pide a los agentes que declaren
“Me arrepiento mucho de llamar a la Guardia Civil. Ellos han matado a mi hijo”. Así se expresó ayer Ángel Bejarano, padre de Carlos, el hombre de 37 años que murió tras ser reducido por la Guardia Civil en Mairena del Aljarafe (Sevilla). El padre del fallecido y su abogado, Luis Romero, ofrecieron una rueda de prensa en la que avanzaron los últimos detalles del caso.
El letrado explicó que está aún a la espera del informe definitivo de la autopsia y que por el momento dispone de un informe preliminar, a falta del análisis toxicológico de los órganos. “Los antecedentes del caso y hallazgos de la autopsia macroscópica orientan a que la muerte de Carlos Bejarano Gallardo es debida a una encefalopatía hipóxico-isquémica secundaria a parada cardiorrespiratoria reanimada”, dice este documento.
Según el abogado, el hijo de su cliente murió por la “falta
“Me arrepiento mucho de llamar a la Guardia Civil. Mataron a mi hijo”
de riego sanguíneo y de oxígeno en el cerebro”, que él considera que se produjo como consecuencia de la presión que hicieron los guardias civiles sobre el tórax y el cuello de Carlos, durante las maniobras que le hicieron para inmovilizarlo. El letrado de la acusación calificó esta conducta de “imprudente y negligente, no dolosa”, de ahí que haya solicitado que declaren los dos agentes que redujeron a Carlos como investigados por un delito de homicidio imprudente.
Romero añadió que el informe preliminar apunta a la existencia de numerosos golpes y hematomas, lo que correspondería con la versión del padre que asegura que los agentes golpearon a su hijo en reiteradas ocasiones con sus defensas (el padre asegura que lo hicieron con porras metálicas extensibles, si bien lo que se usó fueron las defensas reglamentarias) y que por eso se puso a grabar.
“La decisión de grabar fue porque vi la brutalidad con la que estaban golpeando a mi hijo”, explicó Ángel Bejarano.