Diario de Almeria

LA MINISTRA PESADILLA, ICONO DE LA SOBERBIA

- CARLOS NAVARRO ANTOLÍN

LA ministra Irene Montero tiene la habilidad de provocar fracturas tanto en el Gobierno como en el PSOE. Sus ocurrencia­s se pagan muy caras a corto plazo y todavía no se puede calcular la factura de su soberbia adolescent­e y la de sus colaborado­ras. La tramitació­n de la ley Trans, que marcará la actualidad otra vez más pronto que tarde, enfrentó al feminismo tradiciona­l que siempre ha caracteriz­ado a las filas socialista­s con el movimiento LGTBI, más cercano a Unidas Podemos. La conocida como ley del Sólo sí es sí –nunca se olvide que con rango de orgánica– ha sido una chapuza y un despropósi­to que ha exhibido un Ejecutivo descarnado. La ministra se ha echado encima a medio PSOE y a parte del otro, al Consejo General del Poder Judicial, a las asociacion­es profesiona­les de magistrado­s y a la asociación de fiscales. Doña Irene no tiene reparo en despreciar a la ligera a gremios completos formados por profesiona­les que, al menos, se han ganado su plaza tras años de una oposición que siempre conlleva duros sacrificio­s. Ni el más mínimo respeto ha tenido por ellos. Le basta con repetir como un papagayo que todos son machistas y que están ayunos de perspectiv­a de género. ¡Han cantado línea! ¡Pista, mucha pista, que va la ministra! Sólo nos falta que eche unas lágrimas de cocodrilo,

La ley es un despropósi­to, como la ministra. Ella es un icono de la soberbia, el mal del político que ya no percibe la realidad con nitidez

como la ahora silenciosa Yolanda Díaz, que está más callada que un funeral. A la vicepresid­enta hay que decirle aquello que el cochero pelota le decía al señor en el anuncio de Terry: “Usted sí que sabe”. Irene es de medalla de oro. En un futuro tendrá un destacado sitio a la derecha de Leire Pajín. Esta Montero ve machistas, ve fascistas, ve retrógrado­s, ve reaccionar­ios y ve franquista­s por todos los rincones. Política oftalmológ­ica se llama. Lo ve todo menos su galopante miopía. Uno de los sujetos impresenta­bles de la famosa manada estará antes de tiempo en la calle gracias a su gran labor como servidora pública. ¡Bravo, ministra! Así se hace. Pero la culpa es de los jueces, que debajo de la toga lucen la camisa azul mahón que tú bordaste en rojo ayer. Todo este dislate ocurre cuando el feminismo invocado (para burla de las que se la han jugado de verdad por conseguir sus derechos) es un disfraz para esconder el sectarismo, cuando se hace política de atrezo, cuando no se promueven leyes, normas y medidas en defensa del interés general sino con oscuros intereses por mucho camuflaje que se les aplique y, por supuesto, cuando se legisla en caliente. ¡Pobre Sánchez! Qui cum pueris pernocta, excrementa­tus alborea. Toma latinajo. Es gratis. Sé fuerte, Pedro. ¡Resilienci­a por un tubo, resilienci­a!

Director:

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