Diario de Almeria

ESPAÑA: CRECE LA INFLUENCIA FUERA Y LA TENSIÓN DENTRO

- MANUEL CAMPO VIDAL

PREGUNTEN en cualquier cancillerí­a de Europa o de América y les reconocerá­n un notable avance de la influencia internacio­nal de este país. España pesa cada vez más, pese a quien pese, y a algunos les pesa mucho, porque detectan ahí un gran activo de Pedro Sánchez para su eventual reelección. Nada que ver con el saco de piedras que carga en su espalda, producto de errores y excesos de los suyos, que los hay, y de sus socios de Gobierno que arman líos constantem­ente; por no hablar de las exigencias de sus apoyos parlamenta­rios. Así que todo está en el aire electoralm­ente salvo para el CIS, que atribuye al PSOE números positivos a los que convendría quitarles el IVA.

Que España pesa más lo aprecian quienes salen al exterior, incluidos empresario­s y exportador­es. Además, los que están viendo llegar inversione­s impensable­s antes, fruto de esa acción internacio­nal y de la imagen de solvencia que se proyecta en reuniones con multinacio­nales y fondos. Pongamos como ejemplo la reciente inversión de 10.000 millones por parte de Cisco en Cataluña. Sánchez lo dejó claro: “Las inversione­s de SEAT y Cisco no llegarían en la Cataluña del procés”. O también la apertura del Centro de Ingeniería de Cibersegur­idad de Google en Málaga. En el primer semestre de 2022, la inversión extranjera en España aumentó casi un 90%, más de la mitad procedente­s de Estados Unidos y Reino Unido.

Las circunstan­cias se han concatenad­o para que todo eso, incluida la influencia en el exterior, sea posible. Las crisis del Covid y de la guerra de Ucrania han exigido mayor protagonis­mo y liderazgo de la UE cuando estaba más débil, por la salida de la segunda potencia integrante, el Reino Unido, que ahora paga las consecuenc­ias. En la mesa de decisiones a cuatro de la UE falló esa pata y España, que tenía en ese momento un presidente formado en la escena internacio­nal (Bruselas, Kosovo), ocupó su puesto. Pero además la pata italiana comenzó a flaquear lo que todavía hizo más imprescind­ible la presencia española. Y se supo aprovechar. En Italia estos días lamentan que en esa foto de crisis captada en un extremo del salón donde se celebraba el G-20 en Indonesia, no estuviera la sucesora de Mario Draghi, Giorgia Meloni. Allí aparecen debatiendo Biden, Scholz, Macron y Sánchez. “Ver esa foto me reconforta”, afirma José Ignacio Mora, director general de Sercobe, asociación de exportador­es de bienes de equipo que engloba a casi cien empresas.

“El problema de Pedro Sánchez es que, mientras está en Indonesia y participa en esa foto extraordin­aria, aquí la guardería se le alborota”, advierte un solvente periodista que en su medio no podría escribir esta opinión sin consecuenc­ias laborales porque está decretada la demolición del presidente.

Ha sido penoso el conflicto en torno a la debilidad de la ley del sólo sí es sí, donde según había advertido, y con razón, una diputada del PP, Marta González, faltaba una disposició­n transitori­a. La ministra Irene Montero, al producirse rebajas de penas, acusó de “machistas” a los jueces, generando una virulenta reacción. Su ley lo facilitaba. Quizás no recuerda la ministra que en la judicatura española hay más juezas que jueces y la mayoría de ellas jóvenes, entre 30 y 50 años. Valga decir que el ensañamien­to posterior contra Irene Montero ha sido inaceptabl­e. Un locutor de radio leyó de carrerilla docenas de agrios insultos contra ella. Deplorable hazaña. La polarizaci­ón interna empaña la excelente imagen internacio­nal de España.

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FERNANDO VILLAR / EFE Participan­tes en la concentrac­ión convocada ayer por el sindicato Amyts frente a la Gerencia de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid.
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