Diario de Almeria

BRAZALETES TRANSPAREN­TES

- FRANCISCO GARCÍA MARCOS Profesor de Lingüístic­a de la Universida­d de Almería fgarcos@gmail.com

EN realidad, deberían haber ido repletos de brazaletes. Me refiero a los capitanes de los equipos que participan en el mundial de Qatar. Pensaban lucir un brazalete arcoíris en solidarida­d con el colectivo LGTBI+, tan perseguido en ese país. Suele suceder, y Qatar es un paradigma, que cuando se vulnera un derecho humano ya se toma carrerilla para que los demás vayan detrás. En Qatar no están mucho mejor las mujeres, los inmigrante­s, las personas de otras razas o religiones, las ideologías incómodas, la más elemental de las libertades de expresión. Es un

país muy bien situado en el ranking de vulnerador­es de derechos humanos. Los inmigrante­s, esa mano de obra que ha construido los estadios en los que se juega el mundial, viven un régimen de esclavitud en la práctica. No pueden cambiar de trabajo libremente, no les está permitido circular y, por descontado, carecen de representa­ción alguna. Los capitanes quizá no habrían tenido brazo suficiente para lucir un brazalete solidario por cada causa injusta sufrida en el país anfitrión del mundial.

Finalmente, a pesar de tantos anuncios, los capitanes no fueron capaces de desafiar a la organizaci­ón. Ni tan siquiera Alemania, con un tipo tan socialment­e comprometi­do como Manuel Neuer, sacó a relucir el prometido brazalete. Es más, no hubo brazaletes de clase alguna fuera de lo convencion­al. Contra lo que había anunciado el capitán polaco, Robert

Lewandoski no lució los colores de Ucrania, como había prometido en repetidas ocasiones.

El espécimen futbolista es una peculiarid­ad digna de ref lexión. Nadie como ellos tiene una capacidad descomunal de incidencia sobre el público. Cristiano Ronaldo es la persona más seguida en Instagram con más de 500 millones de fieles. Messi en eso va por detrás, “solo” por encima de los 300. Neymar se queda en 184. Para hacerse una idea del poder de convocator­ia de los futbolista­s, Rosalía no pasa de 19, Gwyneth Patrol está en torno a 8,2, Obama, el político más popular en redes, no supera los 6, Díaz Ayuso va por 400.000.

Ese descomunal altavoz no está al servicio de causas comprometi­das. Han escondido los brazaletes arcoíris, o los han hecho invisibles. Contrasta vivamente con las actitudes y acciones tomadas por otros deportista­s. Lewis Hamilton, LeBron James, el histórico Mohamed Alí, entre muchos otros, han sentido esa responsabi­lidad y han sabido ejercerla. Hace menos de 24 horas Rafa Nadal reclamó el derecho a la libertad de expresión en cualquier evento deportivo. El fútbol es otra cosa. Lo mismo deberíamos apagar el televisor y borrarlos de todo.

Contra lo que había anunciado el capitán polaco, Robert Lewandoski, no lució los colores de Ucrania

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