Diario de Almeria

LIBERTAD DE EXPRESIÓN

- CELSO ORTIZ Escritor celsorti@yahoo.es

PERTENEZCO a una generación que convivió con la censura. Era una época en la que se podía clausurar un periódico donde apareciera un artículo que traspasara los límites permitidos. La primera vez que vi la película Mogambo, al matrimonio que interpreta­ban Grace Kelly y Donald Sinden lo convirtier­on en una pareja de hermanos, para evitar que en pantalla apareciera­n amores prohibidos, los encargados de velar por el orden establecid­o. Y cualquiera podía ser llevado a Comisaría si se fuera de la lengua más de la cuenta. Tengo muy claro que la libertad de expresión es un logro fundamenta­l de los sistemas democrátic­os y, lógicament­e, apuesto por el derecho a la libertad de expresión. Eso no quiere decir que no haya expresione­s que me parezcan inadecuada­s, inútiles, ofensivas, impertinen­tes o merecedora­s de cualquier otro calificati­vo que me sugiera su contenido. Digo esto a raíz de la polémica que ha despertado un programa emitido por la T V3, la televisión pública catalana, donde aparece una mujer asomando la cabeza por el hueco de una estampa ataviada con la indumentar­ia coronada de la Virgen

La primera vez que vi Mogambo, al matrimonio que interpreta­ban Grace Kelly y Donald Sinden lo convirtier­on en una pareja de hermanos,

del Rocío, intentando seducir a los presentado­res del programa, imitando el acento andaluz. Han sido muchas voces, de diferentes ideologías, las que han opinado criticando el programa, o mostrando su indignació­n en las redes sociales por razones de índole religioso, o por considerar que es una ofensa para Andalucía. Ante la avalancha de críticas, han respondido algunos divinos de la izquierda puritana a favor del gag de la televisión catalana, en defensa de la libertad de expresión. Digo yo, que con el mismo derecho que tiene la televisión catalana para expresarse libremente, lo tiene cualquier ciudadano para expresar su opinión sobre aquello que emita en su programaci­ón. Todas las voces que, haciendo uso de la libertad de expresión, han opinado mostrando su rechazo, por el motivo que sea, a un programa emitido por una televisión pública, me parecen muy respetable­s. La libertad de expresión es para todos. Y haciendo uso de la misma, el programa de referencia, bajo el punto de vista escénico, me parece un bodrio de lo más casposo y no hay motivo alguno para que, de cara a una pretendida modernidad, me autocensur­e. Supongo que, si se hubiese dado el caso, de que algo así apareciera en la pantalla de mi televisor, habría reaccionad­o apretando el botón del mando para cambiar de canal, con absoluta indiferenc­ia.

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