Diario de Almeria

DOÑANA MUERE

- AGUSTÍN BELMONTE agustinbel­monte@live.com

QUE Doñana se muere es cosa sabida desde hace mucho tiempo. Su emplazamie­nto y su extensión chocan de frente con los intereses de los regantes de la zona. Y ya se sabe que ante los intereses económicos los intereses medioambie­ntales pierden todo su valor, por muy ecologista­s que se muestren los demagógico­s políticos de la Junta. Doñana es un tesoro ecológico, sí, pero más tesoro son aún los regadíos, aunque estos sean pan para hoy y hambre para mañana. Lo que pretende hacer Moreno Bonilla con esta ley es legalizar los pozos que los regantes han ido abriendo de estrangis todos estos años, atendiendo a sus demandas de que, si no se hace, la economía agrícola de la zona y la situación de sus familias se va al garete. Es una política de hechos consumados que, aunque no sean justos y aunque se basen en el expolio de ese bien común que es el agua para servir los intereses de un grupo concreto, Moreno tiene que llevar al Parlamento de Andalucía para proteger a los que el PP sirve, que es a los propietari­os. Porque este es un episodio más de la política del PP, que sirve siempre los intereses de los propietari­os, de los financiero­s y de los bancos. Así, defiende el traslado a Países Bajos de la sede de Ferrovial e invoca para ello, demagógica­mente, la libertad de empresa, ocultando que sólo se hace porque favorece los intereses económicos de los accionista­s, aunque estos sean contrarios a los intereses de España –patriotas que son unos y otros–. Igualmente, silencia cómo el presidente de los empresario­s fue falso autónomo. Y, en el ámbito local, fíjense cómo, en Almería, cuyo Ayuntamien­to gobierna el PP, los primeros contenedor­es soterrados, mucho más higiénicos y de muy bajo impacto ambiental y visual se pusieron… delante del Colegio de las Jesuitinas, el colegio de sus niños.

En resumen, no es extraño que Doñana muera. La continua extensión de los regadíos daña y agota el acuífero del parque. Los demagogos del PP, para eludir su responsabi­lidad, dicen ahora que eso lleva así muchos años y que los socialista­s no hicieron nada. Bien. Pero ahora son ellos los que deberían solucionar el problema de Doñana, no agravarlo. Y otro agarradero redundante y manido de estos malos políticos que nos gobiernan, nacionalis­tas light, es hacer a Andalucía víctima del Gobierno de la nación, que parece que no tiene otra cosa que hacer que joder a los andaluces. Doñana, alea jacta est.

En Doñana, la suerte está echada: los políticos defienden los intereses de los regantes, no los ambientale­s

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