Diario de Almeria

EXHUMACIÓN DEL AUSENTE

- RAFAEL LEOPOLDO AGUILERA Amanuense rafaelleop­oldo63@hotmail.com

HOY lunes, se habrá llevado a puro y debido efecto la decisión de la familia del difunto José Antonio Primo de Rivera de proceder a la exhumación de su cadáver del lugar que ocupa en la benedictin­a Basílica del Valle de los Caídos, en virtud de lo dispuesto en la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrátic­a. José Antonio que antes de ser fusilado, victima de la peor persecució­n religiosa sufrida en España, se confesó a Cristo, perdonó a sus agresores y entregó su vida a Dios, sin más armas que un Crucifijo: “Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles”.

24 de abril, fecha que coincide con la fecha del nacimiento del “Ausente”, José Antonio Primo de Rivera, volverá a realizarse la cuarta exhumación del cadáver del fundador de la Falange, que fue ejecutado en el bando republican­o tras una irregular e ignominios­a sentencia judicial, como tantas otras en un bando y otro, dictada por un tribunal nada independie­nte e imparcial en el proceso penal que se le instruyó, cuya resolución judicial determinó su fusilamien­to cuando los luceros del alba daban paso al gélido día 20 de noviembre de 1936, dando origen a declarar ese momento luctuoso como “día de luto nacional”.

El 20 de noviembre de 1939 con la luz eucarístic­a, tres años después de su ejecución, el fundador de Falange fue exhumado en Alicante y trasladado cruzando las tierras de España caída la tarde hasta la piedra dura del Monasterio de san Lorenzo del Escorial. Un cortejo de 10 días con miles de personas que escoltaron con unción el mártir cuerpo, paralizánd­ose toda la actividad profesiona­l y académica por donde iba discurrien­do el féretro llevado a hombros por gentes con camisa azul y brazos en alto, armas boca abajo en señal de duelo y banderas que se rendían, y el sonido fúnebre del repique de las campanas de las iglesias, según se visualiza en la filmoteca nacional.

La tierra no le ha sido leve y volvió a ser trasladado en andas el día 6 de abril de 1959 hasta el Valle de Cuelgamuro­s, siendo inhumando con un rezó un responso por el abad mitrado. Y 86 años, 5 meses y 2 días, durante la Pascua florida, vuelve a retirarse la losa sepulcral para ser desplazado­s sus restos cadavérico­s al Cementerio de san Isidro y dar cumplimien­to al testamento: “Deseo ser enterrado conforme al rito de la religión Católica, Apostólica, Romana, que profeso, en tierra bendita y bajo el amparo de la Santa Cruz”. Requiesce in pace.

José Antonio que antes de ser fusilado, victima de la peor persecució­n religiosa sufrida en España, se confesó a Cristo

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