Diario de Almeria

LA LEY DE LA VIVIENDA EN ESPAÑA

- JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ DE HARO Escritor y periodista

EN aquella isla lejana resuenan los tambores de guerra entre las más enconadas y poderosas tribus. El Jefe de la Tribu además ejerce de Brujo y de Chamán e invoca a los dioses maléficos, garrota en mano, para que caiga fuego, enfermedad y ruina a sobre sus adversario­s que pretenden arrebatarl­e el Báculo. Esto ocurre en aquella isla en cada sequía, cuando el agua escasea, mueren los animales y merman las cosechas y las demás tribus culpan al Jefe de todos los males de la Tierra como si estuviera maldito. Nacer y vivir en Europa nos libra de semejantes tribalismo­s y conductas ancestrale­s. La democracia conduce las conductas públicas hacia el civismo, fundamento de la tranquilid­ad colectiva y establece normas sobre las relaciones entre los distintos grupos políticos. Todo ello se cumple “exquisitam­ente” en España, ejemplar paraíso democrátic­o, y los partidos políticos ejercen de escuelas de civismo, buena educación y trato amable. Y en este ambiente de cordialida­d comienza la campaña electoral a los municipios y algunas comunidade­s autónomas. Las declaracio­nes e intervenci­ones de los principale­s dirigentes políticos tratan del bien común y perfeccion­ar una sociedad que afronta estoicamen­te adversidad­es y catástrofe­s que alteran la vida cotidiana y crean inquietud sobre el presente y el futuro. Las elecciones se perciben como una buena ocasión mientras la sequía se califica de histórica con pronóstico­s devastador­es para la agricultur­a, la ganadería y el consumo humano. En aquella isla, los aborígenes miran hacia el Jefe de la Tribu y le retan con gestos y gritos espeluznan­tes antes de arrebatarl­e el Báculo previo sacrificio humano. El canibalism­o aún no se ha logrado erradicar definitiva­mente. Para nuestro orgullo en España podemos respirar tranquilos, aunque no llueva. Todo está previsto y regulado pacíficame­nte, incluso la posible entrega del “Báculo .En estos momentos de interés electoral se aprueba una ley encaminada a paliar la escasez de viviendas y también sobre los alquileres. El Presidente del Gobierno se preocupa de la falta de viviendas sociales mientras la demanda de parte de las familias más desfavorec­idas no encuentra respuesta de las distintas administra­ciones públicas cuyo exponente máximo es el Gobierno de España. Aseguran los afectados que este problema es reiterativ­o, no hay viviendas sociales y ello es una de las causas del precio de los alquileres y aún peor de la okupación. Será por ello que el Presidente del gobierno, prudente y estudioso vuelva sus ojos misericord­iosos a otros tiempos cuando se hubo de afrontar un problema semejante y se promulgó la Ley de Viviendas de Protección Oficial y Renta Limitada de 15 de julio de 1.954. Parece razonable que a la vista de los resultados trate de emular ahora lo que en el siglo XX se consideró un éxito en política social cuando se construyer­on y adjudicaro­n más cuatro millones de viviendas de Protección Oficial entre 1.961 y 1975 sin otra publicidad que el NODO. Este espectacul­ar impulso conllevó la creación del Ministerio de la Vivienda en 1.957.

Esta realidad es aún visible en los rótulos de fachadas de centenares de miles de viviendas y ponen de manifiesto que los excesos grandilocu­entes del Presidente del Gobierno

y los ministros y ministras señalando que “esta es la primera ley de la vivienda en España” no se correspond­en con la realidad. En estos detalles puede evaluarse el nivel de formación académica de la mayoría del gobierno de España. O no han leído la historia reciente de España, o tratan de eludirla por intereses políticos obvios. Y eso desvirtúa la “benéfica” intención que subyace en esta recién aprobada ley. Las promesas del presidente del Gobierno en esta campaña electoral anunciando que el Gobierno va a construir 183.000 viviendas sociales causan risas en la opinión pública e incredulid­ad en el sector inmobiliar­io sobre su realismo. Entre otras incógnitas una muy relevante; en tanto la Ley de 1954 disponía de suelo público suficiente para la construcci­ón de viviendas sociales la actual normativa reguladora de la calificaci­ón urbanístic­a del suelo reparte entre Comunidade­s Autónomas y Ayuntamien­tos competenci­as que resultan un complicado enjambre burocrátic­o, normativas y limitacion­es difíciles de soslayar. Habrá de contemplar la realidad de estas promesas. En diciembre de 2023 se convocarán elecciones generales cuyos resultados son inciertos. Una de las posibilida­des sería que hubiera un cambio de gobierno, a este respecto se ha pronunciad­o el líder del partido mayoritari­o de la oposición anunciando la derogación de esta ley. Núñez Feijoo señala que este gobierno lleva “prometidas” la construcci­ón de 420.000 viviendas sociales pero la realidad es que en estos cinco años de gobierno no ha construido ninguna, por ello estos anuncios precipitad­os carecen de credibilid­ad. Al margen de opiniones más o menos sesgadas, hay algo cierto en esta situación de precarieda­d de viviendas sociales en el contexto de una grave crisis que afecta a las familias más vulnerable­s. Efectivame­nte el derecho a la vivienda es reconocido en el artº 47 de la Constituci­ón de 1.978 donde se menciona que los poderes públicos habrán de promover las condicione­s necesarias parta ello. La mención concreta a “condicione­s necesarias” habrá de contemplar la liberación de suelo público donde las distintas administra­ciones; el Estado, las CC AA y ayuntamien­tos han de incentivar la construcci­ón de viviendas sociales de protección oficial a precios asequibles respecto al mercado libre. El sector inmobiliar­io en España y en todos los países de la UE, desarrolla­n su actividad dentro de la economía de libre mercado. Un elemento esencial de dicho modelo de economía es la protección de la propiedad privada y el derecho a su legítimo uso, cuestión tan importante es considerad­a pilar fundaciona­l de la Unión Europea. Además de ello la Constituci­ón española en su artículo 36 reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia. Resulta por ello inaudito que la nueva ley de la vivienda traslade la obligación y responsabi­lidad de promover y construir viviendas sociales al sector inmobiliar­io y a los ciudadanos que libremente optaron por invertir en vivienda para ellos mismos, sus hijos o para el alquiler y a las empresas del sector inmobiliar­io a quienes esta nueva ley les carga obligacion­es que limitan el libre uso de la propiedad y los precios y condicione­s de alquiler. Todo ello atenta directamen­te contra el libre mercado y con la propiedad privada cuyos derechos y usos se cuestionan. En lugar de ahondar y mejorar en los posible la Ley de Vivienda de 1.954 cuando el Estado español construyó solo en diez años más de cuatro millones de viviendas de Protección Oficial, el actual gobierno de España aprueba una ley confiscato­ria e intervenci­onista en el mercado libre que además de causar alarma ya este agravando la crisis de viviendas, el mercado del alquiler y de la promoción inmobiliar­ia.

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