“Al encuentro con Dios no se llega en un día; es un proceso”
● Nació en Almería y su vida transcurrió en El Zapillo ● Ha trabajado siempre en la Caja Rural ● Instituido con el Ministerio de Lector y Acólito
Normalmente a mis entrevistados los conozco y la entrevista viene a ser un ratito de grata charla ante un desayuno o una merienda. No es el caso de hoy. A Juan Quesada no lo conocía; pero su charla amena e interesante nos hizo contactar enseguida. Empleado de Banca ya jubilado, se dedica ahora a ayudar en parroquias y grupos vinculados a la Iglesia.
–Almeriense de pura cepa.
–Sí, aunque nací en La Cañada, mi infancia y juventud ha transcurrido siempre en aquel Zapillo que ya no existe: una barriada de pescadores, con espigones para delimitar las playas, grandes desniveles de arena para acceder a ellas... En verano, los niños estábamos el día entero en las calles y nos hacíamos amigos enseguida. Allí conocí a los hermanos Aguilar Gallart y Carmona Mencía, con los que aún tengo amistad y contacto.
–Desde joven has estado muy vinculado a la Iglesia.
–Sí, más bien desde niño, primeramente en la iglesia de La Cañada, donde vivía con mi familia. Cuando nos mudamos al Zapillo se me fue pasando esa vinculación aunque no por ello le di de lado. Y fue mi mujer, Pepi, y dos sacerdotes de San Pío X, Andrés Anés y Francisco Moya, quienes tiraron de mí de nuevo hacia un catolicismo más comprometido y me integraron en los grupos de Fe.
–Y eso te supuso...
–Organizar y dirigir cursillos prematrimoniales que impartíamos precisamente matrimonios laicos, no curas o personas no casadas. Estábamos integrados en el Arciprestazgo nº 3 que englobaba a seis parroquias de la zona. Tenían gran aceptación y recuerdo que en uno de los cursos llegó a haber ¡240 parejas de novios!
–Y poco a poco te vas integrando en diversos grupos.
–Así fue. Tras comenzar con los cursos prematrimoniales, formamos una nueva ‘familia’ con los Equipos de Ntra. Señora, que no estaban aún radicados en Almería y fuimos de los primeros responsables aquí en la provincia. Con ello intentábamos profundizar en el sacramento del matrimimonio en parejas y en casas comunitarias. Recuerdo que el consiliario era Manuel Alaminos. A la vez, mi mujer y yo tomamos partido en Nuevo Futuro, que nos invitó a ser responsables de una casa de niños de acogida o maltratados. Ello me llevó a profundizar
Tras estar un poco ajeno a la Iglesia, mi mujer, Pepi, ‘me rescató’ para participar en los grupos de Fe”
en la fe católica y comprometerme cada vez más con la Iglesia y con mi comunidad.
–Y fue tu amigo Manuel Alaminos quien te invitó unos días al monasterio de La Oliva, en Navarra...
–Sí, y estos días de retiro y espiritualidad me sirvieron para profundizar individualmente en la oración, la meditación y el acercamiento a Dios. Hacía la misma vida que los monjes, con los que compartía oraciones, reflexiones y comidas. Me resultó una experiencia muy gratificante.
–Te matriculas en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas.
–Con mi buen amigo de siempre José Luis Aguilar y en ello estamos. Nos faculta para tener el Ministerio de Lector y Acólito.
–Explícanos qué es eso.
–Bueno, pues tenemos que estar a disposición del Obispo para cualquier cometido en alguna parroquia y nos faculta para dar la Comunión e incluso para celebrar la Palabra de Dios en ausencia del sacerdote titular aunque, evidentemente, sin consagrar; eso sólo lo pueden hacer los curas. Hace aproximadamente un año que tengo esta potestad. Participo con ello activamente en las parroquias de San Pío X (Zapillo), Cuevas de los Medina y Retamar.
Debemos tener una Iglesia viva y a ello se llega educando y dando ejemplo de fe católica a los hijos; son el futuro”
–Plenamente integrado en este cometido, ¿no?
–Sí, llevo muchos años encontrándome con Dios día a día. Es algo que no se consigue de la noche a la mañana sino un proceso en el que debes vincularte cada día y siempre ayudado por tu familia. La Iglesia tiene que estar viva y ello se logra acercándose a ella las familias al completo, dando ejemplo padres a hijos.
–Pero sólo de espiritualidad no se vive...
–¡Ja, ja, ja! Mira, desde que me licencié de la mili yo he sido empleado de banca. Entré de administrativo y me jubilé, 39 años después, de apoderado. Era un trabajo que me gustaba y que me hacía feliz el desarrollarlo. Dejé muy buenos amigos.