EL 2 DE MAYO PROTOCOLARIO
CADA día en nuestro país se llevan a cabo cientos de eventos por todo el territorio nacional, ya sean organizados por las administraciones como por cualquier otro tipo de organizadores privados, siendo el mundo de los eventos un sector que cada día crece con más intensidad y actividad, prueba de ello los datos de IFEMA Madrid, que a pesar del COVID da cuenta que el 2022, gracias al impulso y restablecimiento de su actividad, le ha llevado a cerrar el año con los mejores resultados de su historia. Un total de 187,7 millones de euros de facturación. Y tras todos estos miles de eventos se encuentran, entre los diferentes intervinientes en la organización, los profesionales del protocolo, que realizan su trabajo sin protagonismo alguno, echándole muchas horas, asumiendo una enorme responsabilidad e intentando dar lo mejor de sí para que todo salga correctamente; recibiendo la mayoría de las veces un silencio abrumador si todo ha salido bien o en pocas ocasiones algún comentario que sobra si alguien se siente agraviado, dejando esa desagradable sensación que produce que le tiren por la borda tantas horas de trabajo y dedicación. ¡Así es la vida del profesional del protocolo!
La prueba de que en España hay un buen plantel de profesionales del protocolo es que prácticamente el mismo pasa desapercibido a diario, aunque esté presente en cada uno de estos eventos, adquiriendo relevancia mediática en contadas ocasiones, en su mayoría cuando se quiere achacar a motivos de protocolo actitudes y acciones que le trascienden profesionalmente. Esto es lo que ha ocurrido recientemente con el supuesto “error de protocolo” cometido con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, durante el acto institucional del Dos de Mayo celebrado en la comunidad de Madrid; donde se ha olvidado que el protocolo no sólo debe ser respetado por los organizadores, sino por los asistentes, evitándose así situaciones incómodas, errores y malentendidos. Por decirlo de otra forma, el organizador, como responsable y anfitrión del acto, tiene la mayoría de la responsabilidad en el buen desarrollo del protocolo, pero también el que asiste. Así una de las normas básica del protocolo, de la educación y del saber estar, es saber que acudir a un evento sin estar invitado es una falta de cortesía, no es apropiado y es una violación de ese protocolo que ahora se pone en duda. Otra cosa es que se haga intencionadamente con otros objetivos, que siempre serán ajenos al protocolo como disciplina. La inmensa mayoría de los profesionales consultados por los medios de comunicación tras este incidente, coinciden en la perfecta aplicación de la normativa protocolaria durante el acto por parte del Servicio de Protocolo de la Comunidad de Madrid, toda vez que el ministro no fue invitado y apareció por iniciativa propia, obviando que con anterioridad todo estaba perfectamente claro entre los dos gabinetes, y que a pesar de haberse autoinvitado se le asignó en el último momento en la Real Casa de Correos el lugar y puesto que le correspondía según las precedencias del Real Decreto. De la misma forma estos profesionales han dejado claro que una cosa es la precedencia en los actos, el orden en que se colocan los asistentes según las diferentes normativas, y otra la presidencia del acto, que decide el organizador; aunque después sean ordenados sus componentes según lo establecido por esa misma normativa. Así la Comunidad de Madrid, anfitriona y organizadora, decidió la composición de la presidencia del desfile, que posteriormente fue ordenada correctamente por su Servicio de Protocolo.
¿Hubo descortesía por parte de la Comunidad de Madrid por no invitar al presidente del Gobierno? Es posible, pero dentro de las facultades del anfitrión y organizador está el decidir a quién quiere invitar y a quién no. Pero lo que está claro es que nadie puede autoinvitarse a asistir a un acto, máxime a uno de un alto nivel institucional como este, y además exigir puesto en la presidencia, intentando saltarse el protocolo de la forma más grotesca, y poniendo en un brete a los profesionales presentes, que sólo hacen su parte del trabajo que se le ha asignado por el organizador del acto. Por desgracia, como suele ocurrir las pocas veces que el protocolo se convierte en el punto de mira de la actualidad política, unos profesionales se han convertido en protagonistas de la historia. Lamentable no protagonistas por el buen desempeño de su labor, como así lo ratifican los más reconocidos expertos en la materia de nuestro país, sino como arma arrojadiza en la fuerte tensión política actual entre el Gobierno de España y la Comunidad de Madrid. Pero buscando el lado positivo de la noticia, hay que destacar que muchos se han enterado de que, tras la organización de cualquier evento o acto institucional, el protocolo es fundamental para garantizar que todo se desarrolle de manera organizada, respetuosa y adecuada; y que las autoridades, organizadores y participantes deben conocer las normas y reglas establecidas para evitar errores o situaciones incómodas. Hoy muchos más españoles tienen conocimiento que el protocolo en los actos institucionales es importante para asegurar el éxito del evento y que tras él hay un elenco de profesionales con muchos años de experiencia y con una amplia formación impartida por nuestras universidades. En definitiva, un colectivo profesional cuyo único objetivo es garantizar que las actividades de una organización se lleven a cabo de manera ordenada, respetuosa y profesional; lo que sin duda contribuye a la imagen y reputación de esta. Un colectivo que merece reconocimiento y respeto; y tal vez lo ocurrido pueda suponer un revulsivo para el reconocimiento de la profesión, como un 2 de mayo protocolario.