ARISTÓTELES EN EL T.C.
Escritor y periodista
LA lógica aristotélica y algo de experiencia son herramientas muy útiles para transitar por la vida. Y también para poder predecir algunos acontecimientos adelantándose en el tiempo. Los filósofos presocráticos se mantenían fieles a los augurios de los astros según la tradición. Hasta que el pensamiento lógico, base de las matemáticas y la física, se abrió en las mentes de aquellos griegos que trataban de escudriñar los entresijos de la conducta humana.
Cuando los hechos se suceden en crónica repetición hacia objetivos finales coincidentes, sean o no sean descritos dichos objetivos, resulta sencillo percibir cierta predisposición en los actores. Un elemental silogismo llegaría a la conclusión como final de los actos previstos y las revisiones pertinentes que Jose Antonio Griñán, por poner un ejemplo relevante, no habría de entrar en prisión, que otros políticos también condenados por corrupción podrían salir de prisión y que las arcas públicas no podrían recuperar ni un euro de los 790 millones de euros “desviados” en el atraco que se perpetró sin pausa desde las instituciones públicas de Andalucía durante 37 años de gobernación. Un ejemplo de corrupción sistémica que conocen bien los españoles. Y no solo eso, sino que el largo, costoso y complejo proceso de los ERES fraudulentos podrían quedar en agua de borrajas cuestionado el alcance de las sentencias condenatorias de la Audiencia
Provincial de Sevilla y del Tribunal Supremo de España que consideró en 1.250 folios como hechos probados graves delitos contra la hacienda pública de Andalucía. Se trata, repito, de un ejercicio de lógica aristotélica y por tanto de un supuesto teórico racional, parte esencial del ejercicio del periodismo crítico. Habrá que añadir a esto que los filósofos medievales usaban el silogismo para explicar los fenómenos de la naturaleza. Porque de fenómenos se trata en estas fechas. Habrá de considerarse un fenómeno la concertación colectiva de conciencias individuales a las que cabe imaginar un espíritu crítico y el criterio consecuente. Tal vez Freud podría ahondar sobre esto. La cuestión es que la ciencia acumulada en tantos años de ejercicio profesional de algunos miembros del TC pueda quedar abducida por otras premisas, en ese caso habríamos de concluir en otro supuesto alejado de la razón y de la ciencia. Sabemos que los filósofos experimentados basándose en dos premisas llegaban a una conclusión lógica. Tampoco hay que ser un genio en este caso, basta con leer la prensa, algunas sentencias recientes, las iniciativas anunciadas, las inhibiciones, las recusaciones y todo el complejo entramado que rodea estos asuntos. En cuarenta y cinco años de constitución vigente, ha llegado el momento de delimitar con firmeza la línea divisoria y decisiva de los tres poderes del Estado y cabe imaginar las cualidades profesionales y las virtudes personales de quienes han asumido tan grande responsabilidad en nombre de la Justicia.
Por todo ello, cuando en fechas recientes Aristóteles entró como invitado extraordinario en el T.C para explicar sus tratados más universales, se vio asombrado y desbordado por el ambiente. Tuvo reparos en comenzar explicando la síntesis de su tres obras más divulgadas; la primera ;“Ética a Nicómano”, la segunda ;“Ética Eudemia” y la tercera ;“Magna Moralia”. Todas ellas observan conductas ajustadas a la ética y la moralidad pública y privada. Y finalmente para concluir explicó sus proposiciones sobre la lógica basado en reconocimiento de la identidad , la contradicción y el pensamiento racional . Son principios y valores que continúan vigentes desde el año 332 antes de Cristo hasta nuestros días. Una luz esclarecedora alumbró por unos segundos el T.C. Después se apagó y Aristóteles se desvaneció en la luz para no volver jamás. Quedan flotando algunas palabras en las mentes del auditorio; identidad, contradicción, ética, moralidad.Mas explícitas sus propias palabras” el hombre es capaz de moralidad porque y en cuanto está dotado de libertad y de razón”.
Un prestigioso profesor de Derecho Constitucional teorizaba hace unos días en la prensa nacional sobre un tema candente; “The living constitution”, concepto norteamericano que significa la constitución viva, es decir, mutante. Y detectaba algunas cuestiones que en su práctica podrían resultar inquietantes en España. Se trataría de una reforma de la Constitución por la vía de interpretación optativa de una mayoría suficiente de miembros del TC. Es decir, eludiendo la normativa reglada en la propia constitución para su posible reforma. Concluía este profesor que esta práctica sería una espada de Damocles que pendería sobre el sistema político que libremente votaron los españoles. La constitución viva consiste en extraer interpretativamente lo que dice la constitución haciendo prevalecer lo que no dice literalmente la letra impresa de la misma. La asimilación de esta práctica en las sucesivas sentencias del Tribunal podría provocar en un plazo no tan lejano la muerte del propio Tribunal y de la Constitución de 1.978 aprobada por referéndum nacional.
Está por ver el recorrido del TC con esta nueva mayoría progresista que anuncia que se propone desempolvar de los cajones una serie de recursos que ahora se van a debatir y resolver coincidiendo con este largo electoral de mayo a diciembre de 2023. Se esperan decisiones relevantes que sin duda habrán de calar en la opinión pública y será difícil de prever los efectos sobre el ánimo de la sociedad española muy desalentada en la actualidad sobre la ejemplaridad de los servidores públicos, los privilegios selectivos y la impunidad de la clase política establecida. Todo ello podría determinar algunos cambios respecto a la percepción de la Justicia, la Constitución, el Estado de Derecho y la labor de los tribunales como última esperanza y amparo de un principio elemental; la igualdad de todos los españoles ante la Ley .
De cumplirse el silogismo que se sustenta en la lógica aristotélica, un proceso lento e inexorable conduciría a la muerte por extinción de la Constitución española y como consecuencia directa del sistema político que consagra. No sería la vez primera que la voluntad de los constituyentes legítimos representantes de los ciudadanos se viera desbordada. Esa ha sido una dinámica que ha enturbiado o impedido durante siglos la convivencia constitucional en España. Si bien este propósito es compartido actualmente por una importante coalición de fuerzas parlamentarias, habría que reflexionar si otra mayoría política alcanzara suficiente capacidad legislativa para variar el rumbo actual y sus posibles consecuencias en las resoluciones del TC;( mutatis, mutandis ).Podrían ser cinco o seis miembros del TC quienes de un modo u otro pudieran interpretar la voluntad nacional sin necesidad de conocer el voto del Congreso de los Diputados ni del Senado. De continuar la dinámica interpretativa que se deduce de los hechos recientes, sus nombres quedarían grabados en la triste memoria de lo que pudo ser y no fue.