Diario de Almeria

Una tradición se desvanece

La Semana Santa en la comarca del Medio Andarax corre peligro con el paso del tiempo Es hora de poner en valor costumbres arraigadas

- MACARENA GONZÁLEZ

Amedida que pasan los años caigo más en la cuenta de la importanci­a que tiene para la Semana Santa poner en valor el origen de la tradición. Parece que cuando hablamos de esta festividad sólo existen las procesione­s de Semana Santa de las grandes ciudades en las que estos días se convierten en un hervidero de turistas que buscan más el espectácul­o que lo que realmente representa esta celebració­n. Bajo mi parecer, deberíamos apostar por aquellas representa­ciones más recogidas y auténticas, como las de la comarca del Andarax, frente a las que se llevan a cabo con tanta parafernal­ia

La Semana Santa ha sufrido una trasformac­ión en la mayoría de las ciudades hacia un espectácul­o puramente estético, lo que cada día hace que pierda un poco más su protagonis­mo de siglos, basándose únicamente en una religiosid­ad moderna y efímera que en ocasiones no llega más allá del Domingo de Resurrecci­ón.

Mientras en algunos lugares esta celebració­n cada vez va más allá y continúa convirtién­dose en un reclamo turístico en auge, que cada día despierta más y más interés en la gente, en otras zonas como es el caso de la comarca del Medio Andarax hemos sido testigos de un declive preocupant­e en la participac­ión y el compromiso con estas tradicione­s centenaria­s.

Y es una auténtica pena observar el desinterés que existe por la Semana Santa en la zona, donde a duras penas, tres o cuatro pueblos realizan unas cuantas procesione­s a las que asisten cada año “cuatro gatos y medio”.

Las representa­ciones litúrgicas se están perdiendo, porque nadie es capaz de poner en valor las preciosas y desconocid­as tradicione­s que albergan en lo más profundo de su arraigo. Los primeros culpables, sin duda, nosotros mismos. Son los propios vecinos los que cada Jueves Santo se desplazan a otras ciudades o incluso a la capital almeriense a disfrutar de las procesione­s, dejando nuestras localidade­s vacías y sin tener en cuenta la riqueza de nuestras propias tradicione­s.

Cada año, en municipios como Canjáyar, Padules, Ohanes, Instinción y muchos otros, los apasionado­s del mundo cofrade abandonamo­s nuestros pueblos en busca de experienci­as en otros lugares, dejando atrás nuestras raíces y nuestras celebracio­nes locales.

Debemos reconocer que la pérdida de interés en la Semana Santa no es simplement­e un cambio cultural que puede resultar inevitable, sino un reflejo de las prioridade­s y una auténtica desconexió­n con nuestras raíces. Es hora de cambiar esta tendencia y de redescubri­r la belleza y el significad­o de la Semana Santa en nuestros propios hogares.

Y es que no son pocas las costumbres que existen en los pueblos relacionad­as con la Semana Santa, pues no todo son procesione­s. Los roscos, el potaje de vigilia, las reuniones de amigos, las visitas a la familia, y los vía crucis a las 5 de la madrugada, son motivos más que suficiente­s para volver cada año en esta fecha a los pueblos.Es aquí donde está la verdadera esencia de la cuaresma, en los pasos sencillos, las iglesias pequeñas y las fieles creencias de tu abuela y tu tía que no pasan un domingo sin ir a misa, y que llevan celebrando esta época del año desde el mismo Miércoles de Ceniza. Además, somos los propios vecinos de la zona los que tenemos que asumir la responsabi­lidad de promover y divulgar nuestras tradicione­s locales, haciendo de ellas reclamos turísticos que nada tienen que envidiar a las de otras zonas de la provincia almeriense, Andalucía o España.

Es hora de poner en valor nuestras tradicione­s, de rescatar lo auténtico y lo de toda la vida, de reavivar el espíritu de la Semana Santa en cada rincón de nuestra comarca. Debemos recordar que la verdadera magia de esta festividad reside en la devoción, el respeto y la comunidad que se crea en torno a ella. No permitamos que nuestras bonitas tradicione­s se pierdan en el olvido, sino que trabajemos juntos para mantener viva la llama de nuestra Semana Santa, en cada procesión, en cada pueblo, en cada callejuela, y en cada corazón.

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