Diario de Almeria

San Juan y la Virgen volvieron a correr, sin miedo a la lluvia

⬤ Tras las dudas iniciales, al final se celebró la procesión aunque fue más corta de lo habitual

- Víctor Visiedo

El Domingo de Resurrecci­ón despertó gris en Turre (y habiendo dormido una hora menos). En el ambiente se respiraba la preocupaci­ón y flotaban las dudas. ¿Habrá procesión? El viento movía con fuerza las capas verdes y blancas de los hermanos de San Juan y de la Virgen de los Dolores, que esperaban a las puertas de la iglesia. El aire arrastraba algunas gotas de lluvia.

Pasadas las 12 de la mañana, una vez hubo acabado la misa, tocaba decidir. Los tres tronos estaban preparados dentro del templo: Jesús Resucitado, la Virgen de los Dolores y San Juan. Se formaban corrillos de unos y otros para debatir qué hacer: “Por mi parte, lo tengo claro, no salimos; hay mucho riesgo de que nos llueva”, decía Juan Ángel Llorente, capataz de la Virgen.

Pero el cielo se despejó —solo un poco— y pudieron más las ganas de vivir el Domingo de Resurrecci­ón que las cuatro gotas que pudieran caer. Así que a las doce y cuarto anunciaban que finalmente habría procesión. “Aunque el tiempo no es muy favorable, las hermandade­s hemos decidido que vamos a salir”, informaba por el micrófono del altar de la iglesia Manuela Benito, de la Hermandad de la Virgen de los Dolores.

Fue una procesión distinta a lo habitual, más corta, pero igual de sentida. La Banda de Cornetas y Tambores del Paso Encarnado de Lorca tocó el himno nacional dentro de la misma iglesia, para ahorrar tiempo. A continuaci­ón, salía a la calle San Juan, primero, y la Virgen de los Dolores después. Luego, con más discreción, lo hacían el Sepulcro y Jesús Resucitado.

La del Domingo de Resurrecci­ón es la procesión más importante de la Semana Santa de Turre. Cada año atrae a miles de personas para contemplar lo que es casi una obra teatral, en la que se narra la resurrecci­ón de Cristo. Aunque este año, por culpa de la lluvia, que volvió a aparecer durante el recorrido, tuvo que ser más corta de la normal.

La caja vacía del sepulcro, sin el cuerpo inerte de Jesús, se colocó sobre las escaleras en la Plaza de la fuente del pescado, cubierta por un plástico. La Virgen se situó en la calle Rosalías y San Juan esperaba en el Paseo de la Rambla. Junto a ellos, decenas de cofrades con sus túnicas y capas del color de sus titulares: blanco y verde para San Juan, negro y blanco (luego cambian a celeste) para la Virgen.

Esta procesión se conoce popularmen­te como ‘Las carreras de San Juan’, porque los tronos corren por las calles, literalmen­te. Los costaleros se pasan los varales del hombro a la mano para correr representa­ndo el encuentro del Resucitado.

Primero, San Juan sale a la carrera hasta que se encuentra con la Virgen, a la que saluda, y luego se dirige hacia el sepulcro. Al encontrarl­o vacío regresa de nuevo —siempre corriendo con una multitud de niños detrás— hasta donde está la Virgen para darle la noticia. Normalment­e lo hace hasta tres veces, para cerciorars­e, pero este año solo fue una vez, por culpa de la lluvia.

Después la Virgen emprende también la carrera con San Juan para comprobar con sus propios ojos que, efectivame­nte, en el sepulcro no está el cuerpo de Jesús. La Virgen vuelve a su “descanso” y entonces es cuando el evangelist­a, con su palma bailando con cada acelerón, llega hasta la Plaza de la Constituci­ón donde se encuentra con Jesús Resucitado.

San Juan emprende de nuevo la carrera para comunicarl­e la buena noticia a la Virgen. Otros años, San Juan va y vuelve tres veces hasta donde está el Resucitado para confirmarl­o (pero este año no se hizo así). Finalmente la Virgen María, con su manto negro de luto, echa a correr tras el evangelist­a para encontrars­e con Jesús Resucitado en la plaza. En ese momento, la alegría estalla y los costaleros zarandean los tronos de un lado a otro haciendo bailar a las imágenes.

Los cohetes resonaron en el aire, llenándolo de olor a pólvora. Liberaron palomas al cielo y llovió confeti que se mezcló con el agua que seguía cayendo ligerament­e. Y entonces, la Virgen se desprendió de su manto negro de luto para mostrar uno celeste, de celebració­n pues su hijo ha vuelto a la vida.

Y así, con la banda lorquina interpreta­ndo canciones de El Barrio, las tres imágenes continuaro­n bailando y celebrando. Las botellas de cava pasaron de mano en mano y se celebró por todo lo alto el fin de la Semana Santa con gritos de “¡Viva San Juan!, ¡Viva el Resucitado!, ¡Viva la Virgen de los Dolores! y ¡Viva Turre!”.

 ?? V. VISIEDO .P ?? Momento en el que la Virgen de los Dolores y San Juan se encuentra con Jesús Resucitado.
V. VISIEDO .P Momento en el que la Virgen de los Dolores y San Juan se encuentra con Jesús Resucitado.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain