12.000 euros por morir ahogado
⬤ La investigación por los cinco migrantes muertos al ser arrojados desde una narcolancha descubre una organización criminal asentada en Tánger con ramificaciones en España
El 29 de noviembre de 2023 un grupo formado por 37 marroquíes emprendió un viaje que debía traerles a la tierra prometida del continente europeo. Invirtieron todos sus ahorros en pagar miles de euros a una organización que prometió llevarlos hasta las costas de Cádiz en una veloz narcolancha, zafándose del peligro que supone realizar la travesía en una vieja patera. Pero el sueño de cinco de ellos acabó ahogado en las traicioneras aguas de Camposoto y Sancti Petri, adonde fueron empujados por personas sin escrúpulos, armadas con machetes, para quienes no eran más que simple mercancía con la que ganar dinero. Esta es la historia de esa infamia.
De un tiempo a esta parte desde las playas de Marruecos ya no sólo se trafica con hachís. Los cargamentos también incluyen seres humanos. Mano de obra barata para el gigante continental. Existen intermediarios que ponen en contacto a las organizaciones criminales que se dedican a este lucrativo negocio con los interesados en buscarse un futuro alejado de un país dirigido con puño de hierro por Mohamed VI. El mediador de este viaje maldito que acabó de la peor manera es una persona muy conocida en Tánger, donde posee varios baños árabes y cafeterías. Pedía 12.000 euros por el trayecto hasta las playas gaditanas, aunque las cantidades se fueron renegociando sobre la marcha. Unos pagaron 4.000 euros, otros (la mayoría) 6.000. El precio por este tipo de traslados en narcolanchas oscila entre los 8.000 y los 12.000 euros, pero habitualmente los migrantes abonan un primer pago y el resto queda en poder de una persona de respetada reputación por ambas partes, una especie de depositario que libera la cantidad restante a favor de los traficantes una vez el viaje llega a buen puerto, menos, claro está, un suculento porcentaje que se queda a modo de comisión por sus servicios.
Los tripulantes del viaje se fueron sumando desde diferentes puntos de Marruecos: Medina, Aresch o Kenitra, ciudad costera cercana a Rabat y Salé, localidad esta última desde donde partió la patera que acabó desfondada al chocar con la escollera de los Caños de Meca y que provocó 23 muertos en noviembre de 2018.
La noche del viaje al grueso de los expedicionarios se les cita en el barrio de Irfan (Tánger). Llega una furgoneta conducida por otro miembro de la organización y les ordena que monten. Antes del peaje de Larache se les hace bajar y cambian a un vehículo donde también viajan dos marroquíes y una chica blanca. Por el acento parece de Ceuta.
Cuando llegan a la playa se encuentran con tres personas con machetes. Los llevan hasta una embarcación neumática desinflada. Junto a ella hay cuatro infladores esperándolos para hacer que su piel lisa adquiera tres dimensiones. Surgen las primeras reservas que los miembros de la organización zanjan amenazán