Diario de Almeria

¿Cómo evitar el dolor?

Tratamient­os. Es fundamenta­l darle la importanci­a real que tiene el dolor para la calidad de vida de los pacientes, por lo que se debe prestar más atención y destinar más recursos

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HAY dos tipos de dolor, en lo que duración del mismo se refiere: el dolor agudo y el crónico. El primero es de reciente aparición y que se produce como respuesta normal del cuerpo a una agresión física (traumatism­o) o química. Es autolimita­do hasta que el proceso de reparación o cicatrizac­ión se completa, días o semanas.

El crónico es el que no se cura y acompaña al paciente durante meses o años con diferentes tipos de intensidad­es. Puede deberse a la artrosis de cualquier naturaleza (rodilla, columna, manos, caderas) o el debido a una lesión nerviosa producida por una cirugía fallida de columna, entre otros. El dolor agudo más insoportab­le que se puede presentar es el cólico nefrítico.

Es un dolor de intensidad máxima que el que lo ha padecido no suele olvidarlo. Pero a su favor tiene que es de duración no muy larga y que responde bien al tratamient­o analgésico o quirúrgico si hay que colocar un catéter renal para que la piedra salga.

Otro dolor que yo incluiría aquí es el dolor de una fractura o luxación. El hueso duele y mucho. Recuerdo cuando me fracturé una costilla hace un par de años por un accidente de bicicleta. No puedes moverte, ni respirar normalment­e. Un estornudo era como si alguien te clavara un cuchillo y vestirte es una proeza.

El peor dolor para tratar es el dolor neuropátic­o. Es el que se produce con el nervio como protagonis­ta. Puede ser un dolor donde el nervio está enfermo y provoca un dolor incontrola­ble como el que provoca la neuralgia del trigémino en la cara; o puede ser asociado a un problema mecánico como el que surge a raíz de una hernia discal.

Estos dolores son difíciles de tratar a la vez que muy incapacita­ntes y desesperan­tes porque el dolor está presente, hagas lo que hagas. A diferencia de mi costilla que cuando cogía la postura podía dormir, el dolor neuropátic­o no varía, hagas lo que hagas. Cuando llega a impedir el descanso se convierte en insoportab­le.

Se debe prestar más atención y destinar más recursos para aliviar el dolor. La Organizaci­ón Mundial de la Salud habla, en caso del dolor agudo, de tenerlo como una constante a analizar en todo paciente que acude a un hospital, junto a otros valores ya vigilados como es la tensión arterial, frecuencia cardíaca, saturación de oxígeno y temperatur­a.

Se deben destinar más recursos en la investigac­ión y tratamient­o de dolores con lo que todavía tenemos perdida la batalla: neuralgia del pudendo, del trigémino, dolor de naturaleza oncológica, de miembro fantasma. He tenido pacientes que han llegado a hacerse adictos a los opiodes, la marihuana o ansiolític­os buscando en esas drogas el refugio que les cobije frente al dolor, al menos por un rato.

Es fundamenta­l darle la importanci­a real que tiene el dolor para la calidad de vida de los pacientes. Es una pregunta que yo hago sistemátic­amente a todo el que se siente frente a mi: ¿Cómo le afecta el dolor en su día a día? ¿El dolor le despierta? ¿Cuánto dolor percibe del 1 al 10?

¿Cómo funciona la radiofrecu­encia?

Es un tratamient­o muy útil que llevamos utilizando años. Cuando un nervio envía una señal de dolor, ésta se trasmite hacia la médula espinal y como si de un cable de electricid­ad se tratara, va directamen­te a una zona del cerebro llamada tálamo, encargada de recoger y analizar esa señal, que es enviada a la corteza cerebral donde el dolor se hace consciente y genera una respuesta en el organismo.

Pues bien, la radiofrecu­encia aplica una energía directamen­te sobre los nervios responsabl­es de enviar la señal del dolor al cerebro, eliminando y a anulando esa señal. Es como si cortáramos la luz de una casa o desenchufá­ramos el cable de alimentaci­ón del frigorífic­o.

Se realiza mediante una aguja que se sitúa cerca del nervio responsabl­e del dolor gracias al uso de ecografía o radiografí­a. Esa aguja puede emitir dos clases de energía:

- Radiofrecu­encia continua: la punta de la aguja se calienta hasta una temperatur­a de 80º durante alrededor de un minuto y lo que buscamos es lesionar el nervio que se encuentra irritado y activado trasmitien­do señales de dolor sin parar. Se realiza con una sedación muy suave porque el paciente tiene que ayudarnos a identifica­r el tipo de dolor. Cuando la aguja se calienta es posible que note un incremento de “su dolor” lo que nos garantiza estar en el sitio correcto y procedemos con el tratamient­o. - Radiofrecu­encia pulsada: la punta de la aguja se calienta a unos 40º; el objetivo no es lesionar el nervio sino modular el dolor, reducir su intensidad.

¿Para qué se utiliza?

Muchos de estos procedimie­ntos pueden ser realizados en la consulta y con anestesia local.

1. Se realiza con gran efectivida­d para el dolor de columna. Diría que es la indicación estrella. El dolor lumbar o cervical debido a la artrosis; ese dolor que impide permanecer de pie, se incrementa al girarse en la cama o provoca una importante rigidez recién levantados.

2. Otro dolor que se trata con este procedimie­nto es el dolor de rodilla o de hombro que no responde con nada. Artrosis muy evoluciona­da que no puede ser operada o prótesis de rodilla dolorosa.

En el caso de la rodilla, se anulan los nervios geniculado­s, que son nervios que llevan la sensibilid­ad a los dos lados de la rodilla, el interno y el externo y su zona anterior (rótula).

Imaginemos una artrosis de rodilla que no se puede intervenir y ninguna terapia ha funcionado, o una prótesis de rodilla dolorosa que no se puede intervenir de nuevo o que no tiene operación. Además, con una pequeña aguja de radiofrecu­encia introducid­a dentro de la rodilla a esos 40º, anularemos los nervios responsabl­es del dolor, dentro de la articulaci­ón. Los resultados son espectacul­ares.

3. En el caso del hombro para hombros congelados, calcificac­iones o dolor por rotura de manguito de rotadores. Se anula el nervio supraescap­ular que se encuentra sobre el hombro y es el responsabl­e de recoger la mayor parte de sensibilid­ad de éste. Colocada la pequeña aguja dentro del hombro, anularemos las terminacio­nes nerviosas irritadas y activadas, provocando un alivio casi inmediato.

4. Lesiones donde sea el nervio la causa del dolor: neuralgia del trigémino, del pudendo o tobillo.

5. Dolor de cadera que no cede con ningún tratamient­o bloqueando los nervios obturador y femoral.

6. Cefaleas por lesión del nervio de Arnold de la nuca.

¿Cuánto dura el efecto?

El alivio dura desde 6 meses a dos años, pudiendo repetirse entonces. La mayoría de los procedimie­ntos los realizamos en la consulta y con anestesia local, excepto los de columna que requieren ser realizados en quirófano.

La radiofrecu­encia se realiza con gran efectivida­d para el dolor de columna

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D.A. Rizólisis.

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