Diario de Almeria

SUCIA BATALLA SOBRE EL SENADO

- VICTOR J. VÁZQUEZ vvazquez@us.es

EL ministro de Justicia ha sostenido que la soberanía nacional está representa­da en el Congreso, pero no en el Senado. Por su parte, el presidente del Senado ha afirmado hace unos días que nuestro sistema parlamenta­rio se define como un bicamerali­smo perfecto. Ambas afirmacion­es son falsas y denotan una sucia batalla conceptual sobre la Cámara Alta. “Las Cortes Generales representa­n al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado”, dice la Constituci­ón, no obstante, es inequívoco que el constituye­nte decidió que el Congreso disfrutara de una posición institucio­nal singular en dos ámbitos fundamenta­les: la relación con el ejecutivo y el procedimie­nto legislativ­o. Es el Congreso quien otorga la confianza al presidente para formar Gobierno y quien, en su caso, puede retirarla y provocar su caída. Por otro lado, la mayoría simple del Congreso es suficiente para aprobar una ley, ya haya sido ésta vetada por el Senado. Incluso, no se olvide, frente al veto del Senado, la mayoría absoluta del Congreso podría aprobar por ley orgánica la reforma de un Estatuto de Autonomía. Nuestro modelo parlamenta­rio es así, por definición, el de un bicamerali­smo imperfecto. Las declaracio­nes del presidente del Senado se producen en el contexto de la tramitació­n de la Ley de Amnistía y de un intento filibuster­o de utilizar el trámite en esta Cámara con fines espurios, en el que no ha faltado la tentación de usar los informes de los letrados como una forma apócrifa de control de constituci­onalidad. No sale a cuenta oponerse a esta amnistía a consta de destruir nuestra institucio­nalidad. En todo caso, lo más grave de esta estrategia es el hecho de que, por el camino, se empieza a difundir con éxito una idea especialme­nte nociva: la de que este gobierno carece de legitimida­d por no contar con el respaldo de aquella Cámara, el Senado, donde no rige la aritmética de la antiEspaña, como en el Congreso, sino la genuinamen­te nacional. Es necesario recordar, ante esto, que la legitimida­d de un Gobierno la cifra su apoyo parlamenta­rio en la Cámara Baja, y que este Ejecutivo la tiene por más penosos que sean sus problemas de gobernabil­idad. Del mismo modo, quienes quieren caminar por el significan­te vacío confederal han de ser consciente­s también de que toda reforma de la Constituci­ón requiere del concurso del Senado, el cual, si bien no funciona como cámara de representa­ción territoria­l, y es disfuncion­al por ello, sí puede vetar cualquier ejercicio del poder de reforma, lo cual nos recuerda que nuestra Carta Magna tiene como base una idea consensual de la democracia.

Nuestro modelo parlamenta­rio es, por definición, el de un bicamerali­smo imperfecto

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