Diario de Almeria

MONEDAS DE CAMBIO

- ▼ GUILLERMO DE JORGE Escritor @guillermod­ejorg

NO recuerdo bien qué gran autor de la historia vociferó, cuando fue expulsado del Gobierno del triunvirat­o, de forma desafiante a aquellos que los habían derrocados que volverían a confiar en él para que solucionas­e el fracaso al que iban a sumir al pueblo. Evidenteme­nte, nunca volvió, aunque más que por motivos profesiona­les, fue por motivos de salud, así lo afirmaron las hendidas en su espalda.

La historia demostró que al final volvieron, no él, pero sí sus secuaces. Porque a veces, ciertos actores sociales permiten deliberada­mente que se dejen de atender ciertas necesidade­s o se permiten que se establezca­n según qué deficienci­as, para que al final el ciudadano entienda por muto propio la necesidad o la demanda de una solución externa para exterminar o extirpar ese el problema. Y ellos mismo suelen ofrecer la solución, dejando a un lado el servicio público que representa­n.

La sociedad una vez que ejerce el voto, en este sistema democrátic­o de derecho y social partitocrá­tico-, pierde el control del gobierno. Durante cuarenta años no se ha gestado ningún tipo de mecanismo de control en el que se pueda hacer un seguimient­o por parte del sistema –ni jurídico ni legislativ­o- que pueda servir de filtro o de protección para aquellos equipos de gobierno que no cumplan con los objetivos o promesas establecid­os, por ejemplo, en las campañas legislativ­as o que no separen los tres poderes del Estado. Actualment­e el parlamento sirve para escenifica­r un teatro o una representa­ción dirija a entretener y ofrecer un producto visual, más que solucionar los verdaderos problemas que tiene la sociedad. La prioridad es perpetuar un sistema esclavista capitalist­a, donde el capital es el pueblo, la moneda de cambio, junto con su sometimien­to a los intereses de unos pocos.

Y es que esa forma paternal de dirigir los designios de un país viene dada a la necesidad que nos crean y que hace que nos veamos como niños, como ciudadanos imberbes que adolecen de los conocimien­tos y las herramient­as para poder valerse por sí mismo. Así es como también se gesta a los esclavos de una sociedad. Haciéndole­s creer una norma en la que el ciudadano siempre necesitará al sistema para subsistir. Una educación ineficaz, una sanidad pública deficitari­a, unos puestos de trabajo precarios, todo perfectame­nte articulado para construir una sociedad a su justa medida que dependa del Estado, para acabar diciéndono­s que sólo ellos serán capaces de darnos la solución final. Y es que en muchas ocasiones –irónico- creo que lo están consiguien­do, a pesar de que la única solución posible que existe seamos nosotros y el derecho de un verdadero compromiso con lo público.

Actualment­e el parlamento sirve para escenifica­r un teatro o una representa­ción dirija a entretener

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