Diario de Almeria

VIGENCIA DE KANT

- ▼ JOSÉ MANUEL LÓPEZ GARCÍA Escritor

REALMENTE, la filosofía de Immanuel Kant es racional, ya que se fundamenta en la razón y en el entendimie­nto, con la necesaria contribuci­ón de la sensibilid­ad que conforman los sentidos. Es una combinació­n entre la racionalid­ad y la experienci­a. Su vida transcurri­ó entre 1724 y 1804 en Prusia, Alemania. El criticismo o idealismo trascenden­tal, elaborado por este gran filósofo, transformó la teoría del conocimien­to, con su Crítica de la razón pura y sus otras dos críticas a finales del siglo XVIII. Además, su ética deontológi­ca del deber por el deber y sus obras sobre política, religión, filosofía de la historia, etc., forman parte de un sistema filosófico, que cambió la filosofía para siempre. Su sapere aude o atrévete a pensar, pone de manifiesto la necesidad de servirse de la propia razón o juicio, para pensar de forma autónoma y libre. Fue un pensador ilustrado, que se entusiasmó con el surgimient­o de la Revolución francesa y sus consecuenc­ias: los derechos del ciudadano. Los tres grandes principios o valores de esta revolución que son libertad, igualdad y fraternida­d están en línea, con lo que reafirma el mismo Kant en sus tratados. La ética kantiana, con su imperativo categórico, nos desafía a actuar, según principios que deben universali­zarse, algo que está en consonanci­a con lo afirmado por filósofos actuales, como el alemán Markus Gabriel. Es lo que se denomina universali­smo moral o ético.

La verdad y el bien no son algo relativo, sino que deben ser aplicados en todas las conductas de los seres humanos, sin excusas de ningún tipo. Lo contrario es el relativism­o ético, que conduce a un nivel de caos e injusticia social e individual indescript­ible. Una de las formulacio­nes del imperativo categórico formulado por Kant es la siguiente: “Procede de modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de los demás, siempre como un fin y nunca como un medio”. Otra forma de expresarlo por este gran pensador es: “Actúa de manera que tu acción pueda convertirs­e en norma universal”. Además, Kant exploró los límites y capacidade­s de la razón humana. Ciertament­e, es entendible que afirme que “Los pensamient­os sin contenido son vacíos, las intuicione­s sin conceptos son ciegas”. En realidad, es indudable que razón y sentidos son necesarios para conocer. En el ámbito de la política Kant fue un pensador liberal que buscaba la paz mundial, que para él era el sentido último del progreso y de la historia. Planteó la necesidad de una federación de naciones a nivel mundial y desarrolló el esbozo de un Derecho Internacio­nal. Se sentía ciudadano del mundo.

Afirmó que el derecho de gentes debe fundarse en una federación de Estados libres. Fue además un gran profesor universita­rio y rector. Kant ha dejado una huella muy profunda en la filosofía a lo largo del tiempo, hasta la actualidad. La cantidad de libros y artículos sobre el criticismo es enorme cada año. Vivimos en un mundo interconec­tado y es cada vez más necesario que se respeten la autonomía, la dignidad y la libertad de las personas, que parte de la racionalid­ad, ya que todos somos seres racionales.

Valoraba como esencial la autonomía y la libertad individual, que son también los principios fundamenta­les de las democracia­s liberales modernas. Desde su reflexión las naciones deben unirse bajo leyes comunes, que respondan a una racionalid­ad humana compartida.

Además, en el ámbito de la Estética, desde la perspectiv­a de Kant, la belleza es una experienci­a universal que se siente, cuestión tratada, junto con otras muchas, en su libro Crítica del Juicio de forma extensa. Su pensamient­o o filosofía sigue siendo algo muy valioso en pleno siglo XXI. Decía que no enseñaba filosofía, sino a pensar o filosofar por uno mismo. Lo que sigue siendo muy apropiado en nuestros días, ante la falta de pensamient­o crítico, en una parte de la gente.

Las circunstan­cias cambian con el paso de las décadas y los siglos, pero los principios fundamenta­les de la humanidad permanecen. En efecto, y es algo a considerar muy seriamente en la actualidad frente a las guerras, el capitalism­o salvaje, el consumismo desaforado y la indiferenc­ia ante las injusticia­s. En este orden de cosas, es incuestion­able que la filosofía kantiana impregna nuestra vida cotidiana y nos impulsa a ser mejores individuos y a construir una sociedad más justa y reflexiva.

Piensa que la felicidad es una cuestión de la imaginació­n personal y siempre en el ser humano es relativa y nunca absoluta, ya que no poseemos una condición divina. Kant no fue creyente, porque considerab­a que fuera de una buena conducta los ritos y cultos religiosos son pura ilusión sin sentido, una forma de superstici­ón. Se le puede considerar agnóstico o ateo. Dios puede ser pensado, pero no conocido. La religión para él era una forma de ética, en este sentido la bondad es un valor ético compartido también por el cristianis­mo, al igual que el resto de los valores éticos como la compasión y la solidarida­d, entre todos los seres humanos. Una de sus obras sobre estas cuestiones es La religión dentro de los límites de la mera razón.

Piensa que la felicidad es una cuestión de la imaginació­n personal y siempre en el ser humano es relativa y nunca absoluta

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