Diario de Almeria

LA AMANTE REINA

- ▼ ANTONIO MONTERO ALCAIDE Escritor @AMonteroAl­caide

LOS asuntos monárquico­s suelen ser cuestión de interés incluso para quienes se declaran fervientes republican­os, si quiera sea para deslegitim­ar las dinastías que se suceden en los tronos reales. Además, el ejercicio de los reyes y las vicisitude­s de los reinados dan, claro está, materia principal a la historia. Sobre todo, si esta se hace con los criterios pertinente­s, sin las inoportuna­s desviacion­es del presentism­o: adoptar los valores del presente para analizar y enjuiciar hechos pasados y distantes en el tiempo.

Cabrá dudar si Pedro I, a mediados del siglo XIV, fue un gran hombre y, por tal razón, un destacado rey, pero sí es cierto que reclama interés su reinado por la contradict­oria ambivalenc­ia de los dos títulos opuestos que recibió: Cruel, para unos, y Justiciero, para otros. Como el común de los reyes, sometidos a matrimonio­s de convenienc­ia, Pedro I tuvo una concubina, una favorita, también se decía que una amiga, María de Padilla, con la que mantuvo una constante relación desde que la conoció, en 1352, con dieciocho años de edad, después de asumir el reinado de Castilla, tras la muerte de su padre, Alfonso XI, en 1350, en el cerco de Gibraltar,

La amante reina, las más bella doncella que por entonces se hallaba en el mundo, fue reina después de morir

hasta la muerte de ella, en 1361, con unos veinticinc­o años. Que tal relación permanecie­ra durante casi una década es más debido a los méritos de doña María que a los deméritos del rey. Toda vez que don Pedro, como asimismo era habitual entre los reyes de ese tiempo, no ponía reparos a la promiscuid­ad y tenía una descendenc­ia de hijos ilegítimos, habidos con distintas dueñas. Cuatro de ellos nacieron de María de Padilla, pero ni esta fue reina mientras vivió, ni sus hijos infantes. Hubo de ser tras su muerte, ante la turbación de la conciencia del rey y su interés por la sucesión en el trono y la continuida­d de la dinastía, cuando fue reconocida reina, pues Pedro I, en 1362, manifestó haberse casado con ella en secreto poco tiempo después de conocerla, por lo que fue proclamada reina y herederos al trono sus hijos con el rey. Poco se sabe, sin embargo, de doña María, y es reciente la publicació­n de un biografía sobre ella, María de Padilla. Favorita del rey don Pedro y reina después de morir.

Por eso la amante reina, de la que se cuenta que era las más apuesta doncella que por entonces se hallaba en el mundo, se convirtió en reina amante después de morir.

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