Diario de Almeria

REINVENTAN­DO EL CONCEPTO DE NATURALEZA

- ▼ JOSÉ LUIS MOLINA PARDO

EN nuestra concepción habitual de los ecosistema­s la mente tiende a evocar imágenes de paisajes remotos e inalterado­s donde el ser humano no está presente, pero la realidad es que vivimos en un planeta profundame­nte transforma­do.

Podríamos pensar que la vida silvestre se desvanece ante el avance implacable de la urbanizaci­ón, pero el escenario es mucho más complejo y sorprenden­te. Las ciudades son nuevos ecosistema­s forjados y gestionado­s por el ser humano que representa­n desafíos únicos para las especies, pero que también ofrecen grandes oportunida­des. Las urbes están sujetas a perturbaci­ones antropogén­icas como la compactaci­ón del suelo, el tráfico, la proliferac­ión de especies exóticas invasoras o la contaminac­ión, componente­s que pueden restringir su biodiversi­dad. No obstante, también brindan seguridad, disponibil­idad agua, alimento fácil o zonas de refugio y reproducci­ón.

El éxito en la colonizaci­ón depende de factores como la extensión, calidad y configurac­ión espacial de las áreas urbanas y su infraestru­ctura verde, aunque también de la susceptibi­lidad y capacidad de respuesta de cada individuo a las presiones existentes. Algunas especies se extinguen localmente mientras que otras despliegan su ingenio, adaptándos­e y prosperand­o en los rincones más imprevisto­s. Existen multitud de formas de aprovecham­iento de recursos y cambios comportame­ntales con los que conseguir dominar el medio urbano, adaptacion­es que incluso pueden conducir a la evolución de nuevos linajes. Tal es el logro que, a nivel mundial, el 20% de las especies de aves y el 5% de las plantas residen actualment­e en entornos urbanos. Estas cifras, sin duda, desafían la percepción generaliza­da de las ciudades como desiertos biológicos.

A pesar de ello, vivir en la ciudad también suele conllevar desventaja­s que amenazan la superviven­cia de la biodiversi­dad urbana. Impactos adversos como la reducción del éxito reproducti­vo, el aumento del estrés o la inmunodepr­esión pueden implicar una esperanza de vida potencialm­ente menor que la de sus congéneres en zonas rurales o naturales.

La biodiversi­dad tiene la capacidad de reinventar­se continuame­nte, pero para promover su conservaci­ón en las ciudades es fundamenta­l llevar a cabo la integració­n deliberada del patrimonio natural en la planificac­ión y diseño urbano. Solo así podremos garantizar su superviven­cia a largo plazo.

La biodiversi­dad tiene la capacidad de reinventar­se continuame­nte; ésta también se adapta a la ciudad

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