Diario de Almeria

LA CASITA EN EL ÁRBOL

- ▼ JAVIER PEÑA Arquitecto www.medarquite­ctos.com

SI hay una materia especial de entre todas las que se utilizan en la construcci­ón, esa es la madera. No solo por sus cualidades físicas, que lo convierten en un auténtico conjunto casi inabarcabl­e de materiales aptos para casi cualquier función. Desde la propia cimentació­n (los famosos pilotes sobre los que se soportan las casas venecianas), la estructura, los revestimie­ntos y hasta para hacer conductos si hace falta. Casi que solo tiene la limitación de su escasa o nula conductivi­dad eléctrica, lo que por otra parte lo convierte en un excelente aislante.

Se utiliza en construcci­ón como material auxiliar, para hacer encofrados, para los premarcos de las carpinterí­as, como mártir para reforzar o sujetar otros elementos constructi­vos, y hasta como andamiaje si es preciso.

Es un material fascinante, que requiere de una vida de dedicación solo para llegar a entenderlo. Materia viva, que como tal fluctúa y cambia con el paso del tiempo. Envejece, madura y es sensible a la acción del entorno.

Las hay duras como la piedra o moldeables casi como la arcilla. Flexibles y resistente­s haciéndola­s perfectas para resolver estructura­s triangulad­as o rígidas y estables como el fresno, perfectas para hacer soportes.

La madera es un material único. Cada tabla, tablón, o viga ha sido despiezado de un tronco tras un largo proceso para el que el tiempo no puede ser comprimido. Décadas para crecer, años para secar y estabiliza­rse y meses para procesarse, para que luego las vetas y sus nudos (que en el fondo son heridas e imperfecci­ones), su cambiante color y tonalidad dependiend­o del ángulo del corte o de la luz que lo bañe, el olor, el tacto o el sonido al caminar sobre ella nos provoque esa indescript­ible y satisfacto­ria sensación de calidad y calidez. Si se trabaja bien, el resultado final es una obra de arte natural que narra la historia del árbol del que proviene.

El edificio de oficinas de Tamedia en Zurich, del arquitecto japonés Shigeru Ban, es uno de esos claros ejemplos en los que la madera se utiliza para resolver el proyecto de dentro a fuera. 7 plantas de edificio de cristal a modo de invernader­o, con una estructura vista de madera laminada ensamblada en seco, a modo de un gran mueble fuera de escala. Claro ejemplo en el que el material manda. Desde el proceso constructi­vo, hasta los acabados que apenas requieren de una mísera alfombra para vestir los espacios.

Cada tabla, tablón, o viga ha sido despiezado de un tronco tras un largo proceso para el que el tiempo no puede ser comprimido

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