“La venta del Seminario me parece una mala idea y me crea gran preocupación”
⬤ “Vender el Seminario no parece tener en cuenta el bien de la Diócesis. Aunque siempre cabe la pregunta de a quién beneficia” ⬤ “Los créditos que solicitamos tenían los permisos requeridos”
MONSEÑOR ADOLFO GONZÁLEZ MONTES. OBISPO EMÉRITO DE ALMERÍA
Monseñor González Montes llega puntual a la cita en la sede de la Conferencia Episcopal Española el 17 de abril. Es la primera entrevista que concede desde que es Obispo Emérito de Almería. Se le ve ágil, inquieto y sin rencor. Para él han sido años duros. Años en los que se han dicho muchas cosas de su gestión, quizá demasiadas, a las que nunca ha respondido. Ahora, con la serenidad que el tiempo provoca, el Obispo Emérito responde a todas y cada una de las cuestiones que en los últimos años han provocado un terremoto de declaraciones, análisis, diatribas y hasta división en la Diócesis de Almería
–¿Cómo se siente en Madrid?
- Me encuentro bien, muchas gracias.
–¿Tiene la sensación de que vive un exilio?
- Madrid es referente de todos los españoles. Es difícil sentirse exiliado en Madrid, la villa que acoge e integra. Madrid es hoy cosmopolita y un prodigioso centro de cultura, y se ha convertido en centro del hispanismo. Siempre me ha gustado mucho Madrid, pero también estaría muy bien en Almería, Diócesis que he gobernado veinte años y donde me he convertido en un almeriense más.
–¿Cómo lleva todo lo que se ha dicho de usted
- De lo bueno, pues con satisfacción; y de lo malo, como dice la carta a los Romanos, teniendo presente que «la tribulación engendra paciencia, la paciencia virtud probada; y la virtud probada, esperanza…». No obstante, depende de a qué se refiera usted.
–Dicen que no facilitó todo lo que se esperaba el relevo
- ¿Quiénes son los que lo dicen? Seguro que los mismos que han creado un relato de hechos que no son ciertos y que por lo que veo muchos han creído, ya que usted así me lo dice. Hay que preguntarse siempre a quién aprovecha el relato, para saber qué fin persigue.
–¿Cómo se encontró la Diócesis cuando llegó y cómo la dejó cuando se fue?
- Estaba necesitada de muchas cosas que fuimos afrontando durante mi ministerio. Mi predecesor hizo cuanto pudo y puso mucho interés en mejorar la situación del clero después de años de un ambiente muy secularizado, y decidió igual que los demás obispos de Andalucía, devolver el Seminario a Almería después de más de dos décadas, con siete años sin ordenaciones. Comenzó la Casa Sacerdotal, que encontré en la última fase de su construcción. La terminamos justo al año, y había que pagarla. Como había que pagar la iglesia de Santa Teresa. A pesar de lo hecho, las estructuras diocesanas de uso común en la diócesis estaban obsoletas o quebradas, y requerían rehabilitación. Luego urgía renovar el gobierno diocesano y programar la acción pastoral, fomentando el apostolado laical y familiar, y la formación sacerdotal.
“Se me ha tratado con injusticia y sé que donde me importa que conste la verdad, se reconoce que no se ha procedido bien”
–Cuando habla de estructuras diocesanas, ¿a qué estructuras se refiere?
- Urgía acordar con un plan de restauración de iglesias históricas con el gobierno de la autonomía, y afrontar la construcción de algunas nuevas en la capital, siguiendo el plan de mi predecesor: Adra, Roquetas, Aguadulce… Necesitábamos cerrar el Plan director para la Catedral, rehabilitar el Seminario, la Casa de Espiritualidad, que encontré cerrada por aluminosis y refundar el viejo Colegio de San Ildefonso, que estaba extinguiéndose y de la Delegación de Educación me dijeron que lo cerrarían, si no se intervenía.
–Hubo buen entendimiento con las instituciones locales
- Es de justicia reconocer el buen entendimiento con el Ayuntamiento de la capital para las ediciones anuales de conciertos de música sacra en la Catedral y en algunas iglesias. Creo que ha sido muy benéfico el entendimiento con la Diputación para la restauración de un buen número de iglesias de la provincia, para las que pusimos en marcha los convenios anuales. También los convenios con algunos ayuntamientos para el arreglo de las casas parroquiales, intervenciones que
recaían fundamentalmente sobre las parroquias. No es posible entrar en detalle.
–Se refería usted también a otras actuaciones
- Había que programar los estudios superiores de buen número de sacerdotes, en universidades españolas y extranjeras. Mi predecesor había trabajado en esa dirección, con miras a preparar el profesorado competente que necesitaba el Seminario que trajo de Granada de nuevo a Almería. Entendí que tenía delante el reto de la formación del clero y el cultivo de la espiritualidad sacerdotal, fomentar el apostolado de los laicos y su participación en la vida de la Iglesia y lo que es más propio de los seglares: su compromiso con la evangelización de la sociedad. Para la formación de los profesores de Religión y los diáconos permanentes pensamos crear del Instituto Superior de Ciencias Religiosas, el ISCR patrocinado por la Universidad Pontificia de Salamanca.
–Pasamos a hablar de la deuda, ¿es tanto como se ha dicho?
- Las diócesis tienen crédito. Son bastantes las diócesis que tienen deuda de crédito semejante. Si usted compra una casa, salvo que cuente con ahorro, tendrá que pedir crédito y afrontar la hipoteca. Hay diócesis que han contratado crédito muy superior al nuestro. Se trata de inversiones no sólo en patrimonio inmobiliario, también en el funcionamiento de las instituciones diocesanas. En diciembre de 2021, el
Obispado no llegaba a los 7,5 millones en crédito, el resto hasta 22,66M eran créditos de parroquias y del Colegio de san Ildefonso, que, por cierto, tiene capacidad de financiación. Se ha engordado la deuda indebidamente, incluyendo en ella el gasto de algunos fondos de ahorro o inversión. Imagino que cuando usted gasta sus propios fondos de ahorro o los supuestos activos que usted pueda tener, no se los debe a sí mismo, pero han seguido repitiendo el mantra. La deuda de crédito la controla el CIRBE del Banco de España, y no engaña.
–Las declaraciones oficiales han insistido en la deuda, aunque también hemos oído que no es preocupante - Repetir cada cierto tiempo la cuestión de la deuda, ha debido responder a alguna estrategia o tener alguna finalidad, porque no han dicho ni repetido nunca que el patrimonio inmobiliario de la diócesis, que se valoraba en unos 10 a 12 millones (según distintas tasaciones) y al termino de mi ministerio estaba en torno a 47 millones de euros, según datos de la auditoría. Tampoco se ha ponderado el bien que se ha seguido para el funcionamiento de la diócesis del remozamiento de sus estructuras, aunque se utilizan con profusión.
–¿Tenían autorización para adquirir este compromiso de crédito?
- El crédito solicitado contó siempre con los permisos de los consejos consultivos diocesanos y, cuando fue necesario según norma con la autorización expresa de la Santa Sede.
- Dice que renovó el modelo de gobierno de la diócesis, ¿cómo fue?
- Procuré formar un Consejo episcopal representativo, por zonas pastorales, con un vicario general y tres vicarías territoriales, y algunos sectoriales; y una mujer como Canciller Secretaria general, la primera mujer que ocupó este cargo de Curia episcopal y pasó a ser secretaria de los consejos consultivos. Costó dos años de reuniones y diálogo en el Consejo del Presbiterio para aprobar toda la estructura de gobierno y las demarcaciones territoriales, bastante marcadas en la provincia, y una reforma limitada de arciprestazgos.
-En otro orden de cosas, ¿cómo ve la situación de la Iglesia en este momento?
- Vivimos una situación confusa, como ha sucedido siempre en los cambios de época. La nueva evangelización supone un desafío que no sabemos bien cómo afrontar. Algunos parece que quieren inventar la Iglesia, pero la Iglesia está ya inventada por Jesucristo, que está presente en ella por medio del Espíritu Santo. El aplicación de la sinodalidad es positiva, si se respeta la identidad de la Iglesia, en la cual hay ministerios y funciones diversas. Se trata de corresponsabilidad, que funcionará si cada uno hace lo que le corresponde. Mal interpretada la sinodalidad, se corre el riesgo de anular la enseñanza del Vaticano II sobre la colegialidad episcopal.
-¿Qué les diría usted a aquellos que lo acusan de haber gastado lo que no tenía en el arreglo de la sede episcopal, escudo incluido?
- La restauración del Palacio era ya urgente cuando llegué. Mi predecesor me dijo que era el momento de rehabilitarlo, ya que había vendido la mitad de la finca de Aguadulce. El dinero de la venta era el dinero había y que mi predecesor tenía destinado a las iglesias que proyectaba construir, y a las rehabilitaciones. Preferí dejarlo para lo último, una vez rehabilitados los edificios comunes. Buscamos una casa adosada en un barrio nuevo, pero era carísima y tomé la decisión de alojarme en una de las habitaciones del Seminario y así viví bastantes años, hasta que se acomodó un apartamento según se iba restaurando el Seminario.
“Hablar cada cierto tiempo de la deuda ha debido responder a alguna estrategia o tener alguna finalidad”