Diario de Cadiz

HE AQUÍ EL TINGLADO DE LA ANTIGUA FARSA

- PACO CARRILLO

¡Qué tristísima monotonía! También lo es jugar a la Bonoloto, aunque mucho más barato que los cantos de las sirenas políticas. Que se lo pregunten a Ulises.

Cierto que en Andalucía estos rituales no han sido frecuentes, si acaso en alguna diputación, algún ayuntamien­to… poca cosa. En Andalucía –¡cómo me las maravillar­ía yo!–, ha sido un territorio en donde se ha navegado a favor del viento o, como aseguran los resultados, la mayoría de las veces al pairo, no en balde está en la cola de todos los rankings habidos y por haber.

Pero lo curioso es que la clase política y la civil portadora de incensario­s, no asimile aún que ya era hora del cambio, que, como ocurre en cualquiera otra parte, antes o después, se imponga la única ley cierta, que no es la del talento, sino la del péndulo, ¡ole mi niña, que no decaiga! Y total para nada, si acaso para que todo siga enquistado y que treinta y seis años después de todo lo que se viene arrastrand­o, no sirva para que ningún Pablo caído del caballo se arrepienta y reconozca que la rosa roja ha sido un símbolo mientras se ignoraba que estaba, sigue estándolo, no en la mano sino en un puño.

Da que pensar que en estas recientes elecciones en Andalucía no haya ido a votar el 41% del censo. Votos nulos intenciona­dos aparte, ese 41% debiera interpreta­rse que esa abstención no es sino el rechazo de la ciudadanía hacia los que insisten en manejar las riendas y las espuelas –adoctrinam­ientos e impuestos– y porque se ha llegado a la situación que un amigo la resume diciendo: todo muy rico, cuando algo le importa un carajo.

‘España y yo, somos así, señora’, dice el capitán Diego de Acuña en En Flandes se ha puesto el sol ,de Marquina, cuando lo ha sacrificad­o todo por el amor; una patología que marca la idiosincra­cia de un pueblo como éste lleno de místicos, de héroes, de miserables y de generosos, pero que cuando se agrupan bajo doctrinas fracasadas son capaces de inventarse la historia a diario, según les convenga.

La clase política es así, señora condesa. No voy a caer en la estupidez de disculpar a los bien intenciona­dos, que es lo que se hace siempre. Ninguno, después de un mínimo tiempo de rodaje sigue siéndolo, basta con estar al día de la mecánica partidista para aprovechar­se de ella y para guardar silencio cómplice porque, ¿no lo ha notado?, nadie aún ha pedido perdón por sus fallos, sus ineptitude­s, sus complicida­des.

“He aquí el tinglado de la antigua farsa, la que alivió en posadas aldeanas el cansancio de los trajinante­s, la que embobó en las plazas de humildes lugares a los simples villanos…” Así empieza Crispín Los intereses creados, de Jacinto Benavente.

Nada ha variado ni variará. Al tiempo.

Esa abstención del 41% no es sino el rechazo de la ciudadanía a los que manejan las riendas

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