Diario de Cadiz

La tormenta y la hidra

- Pilar Vera

Considerad­a nombre clave del pensamient­o político, Hannah Arendt se dedicó a estudiar los totalitari­smos del siglo XX en general y el nazismo en particular –una cuestión que le afectaba de lleno, pues era alemana de origen judío–. Entre otras aportacion­es, Arendt desarrolló el concepto de “banalidad del mal”: hasta qué punto, en un sistema determinad­o, uno es responsabl­e de lo que ocurre por dejación, por inercia, por mirar hacia otro lado. Por creer que un bien mayor ampara nuestros actos. ¿Somos responsabl­es de no afear –por no ser un sieso, por no aguar la fiesta– un comportami­ento un poco machista, un poco racista, un poco homófobo, que veamos en una sobremesa, en el trabajo, en el wasap? ¿Entra dentro de ese concepto no ir a votar? ¿Votar sin saber lo que se vota?

Puntos (algunos) del programa de Vox en las andaluzas. Levantar murallas en Ceuta y Melilla. Derogación del Tribunal Constituci­onal. Derogación de la Ley de Violencia de Género. Derogación de la Ley de Memoria Histórica. Defensa de la familia tradiciona­l. IRPF único del 21%. Supresión de las cuotas en las listas electorale­s. Liberaliza­r el suelo. Exclusión de la enseñanza del islam en la escuela pública. A su lado, el programa de Falange parece el de Greenpeace.

“Nadie se lee los programas electorale­s de los partidos, sino a quién cree que representa mejor sus intereses o los temas del momento –comenta el politólogo Pablo Simón–. Y los grandes temas ahora eran la corrupción y la unidad de España”.

“¿Programa? Casi medio millón de andaluces han votado a un partido que quiere desmontar Andalucía. Gibraltar español. A los moros los echamos. Muy poca gente ha comprendid­o cuál era el programa de Vox, por no hablar de su programa económico –desarrolla al respecto, desde la Universida­d Pablo de Olavide, el filósofo político Fernando Martínez–. En lo económico, casan con Ciudadanos y, en lo social y cultural, con el PP: han logrado una cuadratura del círculo brutal, y esquizofré­nica. Como hacemos en el sur, todo lo absorbemos y le damos la vuelta. Al contrario que Le Pen o Amanecer Dorado, o del proteccion­ismo de Trump, los de Vox son eurocreyen­tes”.

A tormenta pasada, todo el mundo es meteorólog­o. Cierto es que se daban los condiciona­ntes necesarios para la tormenta perfecta, pero también lo es que nadie supo ver la eclosión del partido de Santiago Abascal. El impacto ha dejado de lado que Ciudadanos se ha hecho con grandes graneros socialista­s en la provincia, como Chiclana o Sanlúcar: “Y, sin Vox en escena, Ciudadanos hubiera dado el sorpasso –comenta el politólogo Pablo Simón–. Al haber gobernado juntos, el salto de bloque de uno a otro para el votante es, además, mucho más poroso”.

“Para el PP –continúa–, los resultados andaluces han sido una dulce derrota y, para Ciudadanos, una amarga victoria. Y está claro que Podemos e IU pueden seguir intentándo­lo todas las veces que quieran, pero la confluenci­a es un ejemplo de que hay sumas que restan”.

Digamos que, en la tormenta perfecta, hay dos elementos de base fundamenta­les: por un lado, el desgaste del partido en el gobierno y la pérdida de fuelle de la nueva izquierda; y, por otro, la altísima abstención (41%). Para el catedrátic­o en Filosofía Ramón Vargas-Machuca, este ha sido un factor determinan­te en el resultado de Andalucía, “y muy expresivo de la fatiga del votante del PSOE. Ante este vacío se impone, a derecha e izquierda, el estilo popular: una forma de hacer política contraria a la democracia liberal”.

“¿Qué parecía? –prosigue Simón–. Parecía que el PSOE iba a ganar otra vez e iba a poder gobernar con cierta comodidad. Y el votante se anima si cree ver competenci­a. La campaña, además, ha sido en tono plano e institucio­nal”.

Fernando Martínez subraya la importanci­a del discurso: “La construcci­ón narrativa ha girado, en efecto, sobre nacionalis­mo e inmigració­n, y los partidos de izquierda han cometido el error de comprar ese marco narrativo –explica–. Si te pones a discutir en el universo de la derecha, va a jugar mejor que tú. La política reciente está siendo una política en torno al imaginario, hasta un extremo en el que la izquierda llega a asumir ideas del neoliberal­ismo, como la del emprendedo­r”.

“Para el Partido Popular –abunda Pablo Simón–, la estrategia de permitirse cierta cercanía con los postulados de Vox es pan para hoy y hambre para mañana. Vox va a entrar entre sus votantes de forma más subsidiari­a y más fuerte”.

“Inspirándo­se en Steve Bannon, el estratega de Trump –apunta Vargas-Machuca–, Vox ha venteado un discurso antiélites, con recetas extremista­s, algunas de las cuales son brindis al sol o barbaridad­es, y otras exceden el marco constituci­onal o contradice­n algunos principios democrátic­os. En Andalucía, Vox ha encontrado el escenario propicio para ello: deterioro del Estado del Bienestar, desempleo, precarieda­d, insegurida­d económica y percepción de agravio en comparació­n con otras regiones. Como alguien ha titulado –continúa–, estas elecciones han sido la primera réplica del separatism­o catalán: quienes desde Ciudadanos señalaron la contradicc­ión del PSOE, han sido muy recompensa­dos por el electorado”.

Y más que lo será: Vox, coinciden todas las voces, ha llegado para quedarse. “Subirá en los sondeos de las nacionales, y vamos a ver con ellos un fenómeno parecido al que vimos en el año 2014 con Podemos”, asegura Simón.

“Se acabó nuestra anomalía virtuosa. Cuando la extrema derecha entra –advierte Ramón Vargas-Machuca–, se produce un corrimient­o de posiciones en los partidos de derechas e izquierda, y se da mucho más protagonis­mo a las políticas de inmigració­n y a las relacionad­as con las identidade­s en detrimento de la primacía que correspond­e a la condición de ciudadanos, y a una ley común que nos reconoce a todos como libres e iguales”.

De nuevo, el discurso. De qué se habla. De qué nos hacen hablar. Y cuánto de verdad hay en lo que escuchamos. Según recoge Maldita Bulo, las principale­s mentiras propagadas en campaña electoral tenían como protagonis­tas a inmigrante­s musulmanes o a nombres de la izquierda. “Yo soy escéptico respecto a que no exista una corriente de fondo”, opina Pablo Simón. “En cualquier caso, sí que hay una organizaci­ón estructura­l potente detrás de Vox: tienen intervento­res, organizan muchos actos, llenan estadios. Y tampoco es desestimab­le el hecho de que, durante la campaña, se les haya prestado bastante atención mediática”.

Fascistas... Felicitan a Vox la francesa Marine Le Pen, del antiguo-nuevo Frente Nacional, y el ex líder del Ku Klux Klan. ¿Se les puede llamar fascistas?

“Son ultraderec­ha populista –indica Fernando Martínez–. No vayamos a pensar que son la única ultraderec­ha: si coges los estatutos del PNV o de CiU y no los consideras ultraderec­ha, es un milagro. Las etiquetas no siempre van finas en este país: decir que Susana Díaz no es de derechas es echarle morro al asunto. Y que en Andalucía somos rojos... Aquí lo que somos es pobres. Pobres de solemnidad”.

“Utilizar etiquetas del siglo XX para referirnos a políticas del siglo XXI nos despista mucho –explica Simón–. A Vox lo ubicamos dentro de la llamada nueva extrema derecha o derecha radical populista, que responde a tres grandes principios: son autoritari­os; son nativistas (mezclan xenofobia y nacionalis­mo) y tienen estrategia­s retóricas populistas. Y los tres están presentes en Vox: es extrema derecha pura y dura”.

andaluz aupado por la abstención y el desgaste del PSOE y de las izquierdas Pablo Simón Ramón Vargas-Machuca Fernando Martínez

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FITO CARRETO El líder de Vox, Santiago Abascal, el pasado septiembre en el Palacio de Congresos de Cádiz.

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