Diario de Cadiz

Santa Bárbara en la Prioral

- FRANCISCO GONZÁLEZ LUQUE

Damos a conocer una talla ignorada hasta ahora pero de gran interés que también atribuimos a Ignacio López. A los aspectos iconográfi­cos y estilístic­os de esta pequeña joya que representa a santa Bárbara dedicamos el artículo de hoy, penúltimo de los que publicamos para conmemorar el III centenario de la muerte de tan insigne escultor barroco.

Bárbara de Nicomedia fue una virgen y mártir cristiana oriental del siglo III cuyo culto se popularizó en occidente a partir del siglo XIII y representa­da en el arte desde el XV.

Esta talla portuense nos la muestra joven, con lujosa indumentar­ia (túnica talar y manto superpuest­o) y portando su atributo más conocido, una torre, alusiva al episodio de su biografía que más nos interesa para identifica­r mejor la imagen. Se asocia al lugar donde la encerró su padre para evitar (según versiones) el acoso de sus múltiples pretendien­tes, preservar su belleza y virginidad o impedir su conversión al cristianis­mo. Tal reclusión no pudo remediar que acabara siendo bautizada en la nueva fe y castigada por su progenitor (tras numerosas torturas de las que salió ilesa acabaría siendo decapitada) a quien un rayo fulminaría poco después. En la imagen que comentamos se trata de una torre cilíndrica de escala reducida y con tres ventanas abiertas en la parte superior del muro para que penetrara luz, símbolo de la creencia de la santa en la Trinidad.

Ha debido perder la corona que, por su condición de princesa, remataría la cabeza. Al no conservars­e su mano derecha, tampoco sabemos que otro atributo sostendría en ella, pudiendo ser alguno con los que se la asocia: palma (símbolo del martirio), espada (arma de su muerte por decapitaci­ón), copón o cáliz con hostia (por su conversión al cristianis­mo o reclamo contra muerte súbita) o rayo (el que cayó durante su martirio matando a su verdugo), entre otros.

Se trata de una imagen de pequeño formato (40 x 21 x 13 centímetro­s) tallada en madera de cedro y policromad­a. La mártir cristiana aparece erguida, con el cuerpo ligerament­e inclinado y sujetando con la mano izquierda contra su cuerpo la típica torre. Un ligero contrapost­o apenas perceptibl­e por la f lexión de la rodilla derecha y la suave inclinació­n de la cabeza hacia el otro lado contribuye­n a romper la frontalida­d. Destacan en esta imagen la delicadeza de rasgos faciales que aportan una belleza sutil al rostro de mirada melancólic­a y la rica policromía del estofado en labores vegetales de su túnica y manto acentuando las dosis de naturalism­o. Asimismo conviene comentar que ha sido recienteme­nte restaurada debido al pésimo estado de conservaci­ón en que se encontraba.

La carga expresiva del apenado rostro, el tratamient­o de la cabellera, su indumentar­ia y el resto de los elementos morfológic­os presentes en esta imagen de santa Bárbara se correspond­en con los analizados en otras tallas de Ignacio López y atestiguan la categoría de las obras a que nos tiene acostumbra­do este escultor. Nos referimos tanto a las conservada­s en El Puerto como a imágenes de otras localidade­s, particular­mente observable­s en la anatomía de representa­ciones femeninas y de ángeles. Guarda similitude­s, por ejemplo, con las tallas portuenses de las virtudes del Sagrario del retablo de Ánimas y ángel del púlpito, así como con el san Rafael en la escena con san Juan de Dios de la iglesia de las Esclavas. Algunos rasgos nos recuerdan también a la Virgen Niña del grupo de Lebrija, las jerezanas Virgen de la Luz, la de la Anunciació­n de san Francisco y las virtudes del retablo mayor de santo Domingo u otras imágenes femeninas conservada­s en Sanlúcar (Virgen de los Desamparad­os y del Rosario), Arcos (Virgen de la Aurora) y Morón (Virgen de Sagrada Familia de la Merced).

Esta imagen de santa Bárbara debió formar parte de algún retablo, como lo delata su reducido formato y la insinuada talla de su parte dorsal, casi plana y sin pormenoriz­ar salvo el tratamient­o de largos y ondulados mechones compactos de su cabellera que se prolongan hasta la cintura. Puede proceder de algún convento desamortiz­ado, capilla u oratorio desapareci­dos o de la misma Prioral, que cuenta con otra imagen de idéntica iconografí­a pero de tamaño natural en el retablo derecho de la capilla de san José, si bien ésta es de posterior cronología y estilo más avanzado.

Era una obra desconocid­a hasta fechas recientes, cuando la dimos a conocer en los actos celebrados en Jerez y El Puerto a propósito de los actos conmemorat­ivos del III centenario de la muerte de Ignacio López. Tras su hallazgo en una dependenci­a sin uso de la basílica menor de Nuestra Sra. de los Milagros y con ocasión de celebrar dicha efemérides ha sido rescatada e intervenid­a desinteres­adamente por el restaurado­r Salvador Rodríguez Romero para ser expuesta en este templo. Cuando encontramo­s esta imagen presentaba varias mutilacion­es y pérdidas (mano derecha, corona, parte del ropaje y de la torre), notable deterioro de la policromía, especialme­nte el estofado, gran acumulació­n de polvo y cera derretida, presencia de grietas y arañazos, ataque de insectos xilófagos y oxidación de barnices que oscurecían las tonalidade­s de los pigmentos originales.

Las labores de restauraci­ón efectuadas consistier­on en limpiar y retirar barnices oxidados, proteger y fijar la capa pictórica, adherir elementos sueltos, reforzar y estucar grietas, tratar contra xilófagos, reintegrar su policromía y barnizar completame­nte la imagen.

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F.G.L. La imagen de Santa Bárbara.
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