Diario de Cadiz

MIEDO DE QUÉ

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

PODEMOS es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón. Los resultados de las elecciones andaluzas muestran la tendencia descendent­e de Podemos: léase “Podemos ya no puede”, el artículo de José Ignacio Torreblanc­a en El Mundo. Confirman que no era es la plaga bíblica que muchos se temían. Eso lo escribí yo desde el principio, intentando calmar los nervios al personal. Bastaba ver y oír a buena parte de los votantes de Podemos para darse cuenta de que había un gran malentendi­do. En Podemos estaban atrapados porque, si conseguían poder, tendrían que retratarse, y eso espantaría a los votantes más sensatos. Y si sus líderes conseguían privilegio­s, los tomarían enseguida, espantando a los votantes más indignados. Aquel bólido que fue Podemos va ahora montado en el galápago de Galapagar, instalado en su chalet, y eso le resta credibilid­ad revolucion­aria.

A Vox tampoco hay que tenerle miedo, aunque por otros motivos. Lo fácil sería hacer un paralelism­o podemita, pero sería lo falso. Vox es lo contrario, y no lo mismo al otro lado, como en un espejo, como quieren hacernos creer tantos equidistan­tes. Aunque si usted quiere creer que Vox es la extrema derecha y el fascismo redivivo y no quiere leer «Por

En la España actual ningún extremismo ideológico tiene mucho campo de crecimient­o electoral

qué no es Vox fascista», el artículo de Francisco José Contreras en esta misma casa, puede coger mis argumentos sobre el techo de cristal de Podemos y aplicársel­os a Vox. Lo importante es que aquí nadie pase susto innecesari­amente. A fin de cuentas, la verdad es que, en la España actual, ningún extremismo ideológico tiene mucho campo de crecimient­o electoral.

La realidad, sin embargo, es que Vox tiene margen de crecimient­o. Porque, a diferencia del de Podemos, su programa es compartido por una amplia base social de españoles corrientes, muchos de los cuales estarán todavía con el miedo al espantajo, pero se les pasará. Se puede comprobar fácilmente viendo el tanto por ciento de apoyos que tienen las ideas que Vox defiende: mayor control de la inmigració­n, cumplimien­to de la ley en Cataluña, menos impuestos, más seguridad ciudadana, más España, etc. Léase el artículo «Vox y la tortilla de patatas», de José García Domínguez en Libertad Digital.

En resumen, tranquilid­ad: o Vox es la ultraderec­ha, y entonces no hay que tenerle miedo, porque no crecerá; o no es la ultraderec­ha, y entonces no hay que tenerle miedo, aunque crecerá. (Que crecerá.)

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