Diario de Cadiz

POSTRIMERÍ­AS

- FRANCISCO CORREAL

LA carrera política de Susana Díaz empezó el año Velázquez cuando en 1999 entró de concejal en el Ayuntamien­to de Sevilla y puede llegar a su fin el año Murillo si se consuma el histórico relevo en la Junta de Andalucía el próximo 27 de diciembre. Casi dos décadas separan el cuarto centenario del nacimiento del yerno de Pacheco y el del pintor que disparó el latrocinio del mariscal Soult. Lo que pasó el primer Domingo de Adviento tuvo más de Valdés Leal, cuyo cuarto centenario tendrá lugar en 2022, coincidien­do con el medio milenio del regreso de la nao Victoria de dar la vuelta al mundo y con el Mundial de Qatar, porque estamos ante unas auténticas Postrimerí­as. El final de algo, aunque no sabemos muy bien de qué. Ni siquiera si hay que escribirlo con el tono de Edward Gibbon para la Decadencia y caída del Imperio Romano o el de Gonzalo Fernández de la Mora en El crepúsculo de las ideologías. El discurso de la Modernidad se convierte en una materia de arqueólogo­s. En términos de lucha doméstica, con el fresco del RiverBoca para lunáticos desterrado­s, es la segunda vez que Susana Díaz pierde unas elecciones con Pedro Sánchez, que extrapoló una perplejida­d, un desamparo que no recogían las encuestas del CIS Campeador.

Han sido las primeras elecciones en las que los cuatro partidos que han obtenido representa­ción parlamenta­ria se han considerad­o vencedores. Unas cuentas de perdedores que ganan y ganadores que pierden que recuerdan la acrobacia burocrátic­a de Manuel Irigoyen cuando promovió para ampliar el número de equipos de la Liga un play off del descenso que dejó en Primera al Cádiz, que era el colista, y despeñó al Racing de Santander. ¿Cómo se pueden gestionar cuatro victorias? Menos mal que en política no existen las apuestas, porque el jaleo estaba asegurado. Ganaron los socialista­s por ser los que más votos y escaños han obtenido. Ganó el PP, con la mitad de los escaños que Javier Arenas en 2008, porque es la fuerza conservado­ra con más apoyo en las urnas. Ganó Ciudadanos, porque de las fuerzas que se sentaban en las Cinco Llagas es la única que ha crecido (y sin Arrimadas). Y venció finalmente Vox, que de no aparecer en las encuestas ni en los debates, ha pasado de inédita y extraparla­mentaria a fuerza determinan­te en este cambio desde 1982, cuando presidía la Junta Rafael Escuredo y Calvo-Sotelo era presidente del Gobierno.

Menos mal que en política no hay apuestas, porque quién gestiona un sistema donde todos ganan

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