Diario de Cadiz

El último chalé de Cádiz

- José Antonio Hidalgo

Como en los viejos tiempos, en la ciudad abundan la construcci­ón de nuevas viviendas, tanto en Puerta Tierra como en el Casco Antiguo. En extramuros, la gran mayoría de nueva planta; en intramuros, aún aguanta la rehabilita­ción de edificios. Afortunada­mente es una imagen que no nos sorprende pues es ya habitual.

Lo que sí llama la atención es que en este territorio tan pequeño se vea la construcci­ón de un chalé. Hay que retroceder varias décadas, cuando aún muchos de los que hoy viven en Cádiz todavía no habían nacido, para recordar cuándo se levantó en Cádiz el último familiar. La falta de suelo y el evidente interés económico que supone la venta de un solar para la construcci­ón de un bloque de viviendas ha ido eliminando de la fotografía de la ciudad los chalés que se agolpaban en diversas zonas de extramuros, especialme­nte Bahía Blanca, La Laguna y la propia Avenida. Hace poco más de una década existían en la ciudad unos ochenta chalés. Hoy apenas queda medio centenar. Hace poco cayó bajo la piqueta uno en la calle Parlamento, donde ya se construye un nuevo bloque de pisos, y se anuncia una operación de calado en uno de los unifamilia­res de mayor superficie ubicado en la zona de San Severiano, también sustituido por viviendas de renta libre. En este panorama aparece de pronto, como si fuera la aldea de Asterix rodeada por los romanos, un nuevo chalé en Bahía Blanca. Es como un milagro ante tanto cemento.

Se levanta, porque la construcci­ón está ya casi concluida, en un terreno de la calle Tamarindos donde antes ya había un coqueto unifamilia­r, que se ha llevado en venta varios años, hasta el punto que lo que se está haciendo es una “reforma integral”, según destaca uno de los arquitecto­s de la firma QR2Arquite­ctos, José Rodríguez, encargado del proyecto.

El nuevo promotor de la vivienda es Jesús Fernández Albiol. Es una regalo para su hijo. Un gran regalo, aunque el padre está ya ansioso por visitar la nueva casa.

“Para nosotros era un sueño tener un chalé en Cádiz. Lo habíamos tenido en otros sitios, pero no aquí. Era, además, uno de los pocos chalés que estaban en venta en la capital”, destaca Fernández Albiol.

La nueva residencia tiene, en todo caso, un diseño radicalmen­te diferente a la que sustituye, una casa coqueta de la década de los cincuenta. Ahora se apuesta por una estética vanguardis­tas, con líneas rectas. Minimalist­a y con especial atención al uso de las nuevas tecnología­s para el funcionami­ento de todas sus dependenci­as. Todo en dos plantas en superficie y sin subterráne­o. Y, encima, cuenta con una piscina, un auténtico complement­o de lujo del que apenas disponen media docena de edificacio­nes de la ciudad. Lo que está pendiente es el nombre que va a llevar la residencia.

El chalé se levanta en una de las zonas de la ciudad donde el Plan de Ordenación Urbana permite el mantenimie­nto de estas construcci­ones.

Tanto Bahía Blanca como una parte del barrio de La Laguna (fundamenta­lmente la calle Pintor Ribera) tienen la denominaci­ón de ‘ciudad jardín’, lo que autoriza la continuida­d de este tipo de edificació­n. El resto de chalés forman parte de unidades de ejecución donde, tarde o temprano, se levantarán bloques de pisos.

Sólo hay dos unifamilia­res que están protegidos en el PGOU. Uno es la antigua residencia del general Varela, una inmensa construcci­ón pagada en su día por los propios gaditanos que en tiempos del gobierno del socialista Carlos Díaz vio reducida su superficie para la construcci­ón de un jardín público y, en la trasera, un edificio de viviendas. Aunque el uso de este chalé está cedido a los herederos de la familia, está destinada para ser algún día una casa museo. El segundo chalé con protección es el ubicado en la esquina de la avenida de Andalucía con Huerta del Obispo, sin duda una de las construcci­ones más coquetas.

En la ciudad sólo hay dos chalés que están protegidos por el Plan de Ordenación Urbana

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