Los cuentos más allá de los cuentos
público infantil claves y posibilidades ocultas en los protagonistas de las historias tradicionales
Gracias a los cuentos clásicos, sabemos que el actualizar relatos no es un asunto moderno. Cada época ha cogido el núcleo de estas historias, tan antiguas que son en muchos casos difíciles de rastrear, y los ha adaptado a su público. Fuera su público adulto y estándar o muchachitas de salón, fuera su público niños del siglos XIX o del XXI. Las buenas historias –y los cuentos clásicos, lo son– son como los buenos edificios: tienen una estructura resistente. Aguantan. Puedes cambiar su carcasa y siguen siendo fascinantes.
Lucía Serrano (Madrid, 1983) viene a contribuir a todo este universo con Érase una (y otra) vez : el álbum ilustrado que acaba de publicar con Anaya y en el que retoma historias del folclore europeo y de los principales autores del género: Perrault, los Grimm y Andersen. En el libro, vemos desfilar los perfiles de los distintos protagonistas de los cuentos de hadas y, a través de ellos, se nos presentan claves que no habríamos considerado o historias paralelas. Por ejemplo, Caperucita era daltónica (y miope) y por eso creía que su caperuza podía ocultarla perfectamente en el bosque. El Hada Madrina vive en La Ciudad de las Damas de Christine de Pizán y realmente, es bastante “punki y si, por ella fuese, repartiría otras cosas”–. La Bella Durmiente va despertando
Èrase una (y otra) vez propone una relectura de los cuentos clásicos desde nuestra perspectiva: “Ahora ya hay niños y niñas a quienes les llega la perspectiva de género y muchas actitudes en las versiones clásicas les resultan raras –comenta la autora–. Está también el hecho de que, al mismo tiempo que estaba haciendo este libro, iba leyendo a autoras feministas, y creo que eso se ha ido filtrando: al final las princesas van por donde quieren, ninguna acaba con su príncipe”.
Para Serrano, reinterpretar el material clásico es un ejercicio sano: “Los niños tienen la cualidad tienes una idea clara de hasta qué punto se repite un mismo esquema de dependencia, idealización... se repite tanto, sin apenas otra opción, que llegas a la conclusión de que, en efecto, eso no puede ser inofensivo. Así que, al final , lo que salió fue esto.Lo mismo sí que había que liberar a los personajes de los clichés estereotipados de la inocencia de las niñas y las chicas y de la maldad las mujeres, o de que el salvador también tenga que ser siempre el mismo...”, explica Lucía, que incluso ha incluido una sección de ‘Progenitores ausentes’: la otra madre de Caperucita, los padres de Blancanieves y Cenicienta...
“Yo creo que la principal función de este álbum –indica–, además de servir también de puente con otras versiones menos edulcoradas, es que podemos seguir reescribiendo los cuentos, que están ahí para que jueguen con ellos, les sirvan, los utilicen”.